
Si un ingeniero de Google mira atrás dos años y apenas reconoce su trabajo, ¿qué significa esto para los pequeños que hoy descubren el mundo con un tablet en la mano? La explosión de la IA generativa no solo transforma códigos, redefine cómo nuestros hijos se relacionan con la creatividad, el error y la conexión humana. Imagina enseñar a un niño a montar en bicicleta mientras el viento cambia de dirección cada semana: necesitamos brújulas, no mapas estáticos. La crianza en la era digital requiere equilibrio y curiosidad, temas clave para padres que buscan orientación.
¿Cómo la IA moldea la creatividad y el juego de los niños?
Hace apenas un lustro, la inteligencia artificial era un campo especializado —como recordaba Harsh Varshney al unirse a Google— hoy es la savia que alimenta cada función digital. Construir una ‘búsqueda’ ya no basta con palabras clave; requiere entender deseos no dichos, como el instinto parental que traduce un llanto en necesidad. Esto resuena en lo cotidiano: cuando tu hijo usa una app educativa, no interactúa con botones, sino con un guía que anticipa su próximo movimiento, como ese adulto que sostiene la bicicleta hasta que el equilibrio surge. Según McKinsey, estas herramientas aceleran la creación en un 56%, pero ojo: el estudio subraya que el verdadero éxito no está en la velocidad, sino en la felicidad al crear. ¿No es eso lo que buscamos para nuestros pequeños? Que la curiosidad —no la prisa— sea su motor. La crianza digital hoy implica fomentar esta curiosidad natural.
Piensa en un castillo de arena en la playa. Un niño no pregunta ‘¿cuánto tiempo me tomará?’, sino ‘¿qué magia cabe aquí?’. La tecnología debe ser arena fresca, no un molde rígido. Varshney lo dice al pie: construye y lanza, no solo aprendas. Para los más pequeños, esto se traduce en dejar que diseñen su propio cuento con dibujos en lugar de consumir historias prefabricadas. El error no es un ‘bug’; es la oportunidad donde aprenden que cada grano de arena caído forma parte de la creación. En la crianza, equilibrar tecnología y juego físico es esencial para el desarrollo.
¿Cómo lograr equilibrio en la crianza con tecnología? Lecciones prácticas

Un estudio del MIT reveló algo curioso: aunque el 75% de empresas experimenta con IA, solo el 60% logra adoptarla plenamente. La causa no es la tecnología, sino lo humano: falta formación, cultura de equipo, paciencia para integrarla. Esto me hace pensar en esos días en el parque donde un niño corre tras un balón, pero olvida mirar alrededor. ¿Acaso no es nuestra labor ayudarlo a disfrutar del juego sin perderse la hierba bajo sus pies?
Para los pequeños, el riesgo no es usar pantallas, sino que estas reemplacen la experimentación física. Si un niño pasa horas en apps ‘inteligentes’ que resuelven puzzles por él, pierde el goce de ese momento en que sus dedos sucios de pintura descubren que el azul y el amarillo crean verde. La investigación advierte que el éxito depende de ‘puertas de calidad’ —como padres, nuestras propias ‘puertas’ son conversaciones como: ‘¿Qué construirías si no hubiera pantallas?’. No se trata de prohibir, sino de enmarcar: 20 minutos de app creativa, seguidos de tiempo para construirlo en la realidad con cartón y cinta. Así, la tecnología no es la piscina, sino un flotador que usamos hasta que aprenden a nadar solos. Este equilibrio en la crianza fomenta resiliencia y curiosidad.
¿Cuál es el verdadero impacto de la IA en el futuro de tus hijos?
Muchas empresas ven en la IA solo ahorro de tiempo, pero el reporte de MIT Technology Review lo deja claro: solo el 12% reporta un ROI significativo. ¿Por qué? Porque sin revisión de arquitectura, el código generado se convierte en deuda técnica. En la crianza ocurre igual: si enfocamos la tecnología solo en ‘ganar minutos’ —como dar un tablet para que el niño esté quieto—, acumulamos deuda en su capacidad para resolver problemas sin asistencia.
El retorno real no se mide en horas, sino en resiliencia. Observa a un niño jugando al escondite: cuando no encuentra a sus amigos, prueba esquinas nuevas, pide ayuda, ríe al caer. Esa es la IA que necesitamos fomentar: una que amplifique su ingenio, no lo sustituya. ¿Cómo equilibrarías tú la tecnología en tu hogar? Con preguntas como: ‘Si pudieras enseñarle a un robot a jugar al escondite, ¿qué le dirías?’. Así, la tecnología se vuelve un compañero de juego, no un dueño. Varshney lo resume al compartir que los sistemas deben ser justos y éticos; para nosotros, significa guiarles para que usen estas herramientas con el mismo cuidado que usan una tijera: con respeto y conciencia de su poder. La crianza con IA debe priorizar valores como la curiosidad y el equilibrio.
Hoy, con este sol claro que invita a salir, recuerda: el mejor software del mundo no reemplaza la magia de un abrazo después de un error. Cultivemos hijos que no teman la innovación, pero que sepan que su valor está en lo que sienten, no en lo que las máquinas pueden hacer por ellos. Porque al final, el código más durable no se escribe en pantallas, sino en corazones que confían en su propia capacidad para crear.
Fuente: I got a job at Google 2 years ago. Here’s what’s changed and my advice for new engineers entering Big Tech., Business Insider, 2025/09/02 09:11:01
