
Observar a nuestros hijos explorar el mundo digital es mágico. Pero tras cada ‘¡Hola, robot!’ que entusiasma sus caritas, miles de procesadores consumen energía silenciosamente sin que lo notemos. ¿Alguna vez te has preguntado qué hay detrás de cada pregunta que hacemos a la IA? No es para alarmarse, sino para actuar con la misma sabiduría con que enseñamos a no dejar correr el agua: con calma, curiosidad y un plan para dejarles un mundo brillante. Aprender sobre energía es un regalo que damos a nuestros hijos.
¿Por qué el uso de energía de la IA es tan alto?

Imaginen esto: cuando su hijo pregunta ‘¿Cómo se forman los arcoíris?’ a un dispositivo, esa consulta viaja a centros de datos donde miles de chips trabajan a toda velocidad. La Agencia Internacional de la Energía (AIE) proyecta que el gasto eléctrico de estos espacios se duplicará para 2030, alcanzando ¡945 teravatios-hora! Pero no se trata de números fríos—en casa, lo convertimos en algo tangible: cada consulta a ChatGPT usa 2.9 vatios-hora frente a los 0.3 de una búsqueda normal en Google.
Un ingeniero de Georgia Tech lo explica con elegancia: no basta con chips más eficientes. Los centros de datos deben aprender a ser ‘conscientes de los recursos’, ajustando su trabajo según el calor que generan los procesadores o su capacidad real. Es como enseñar a un niño a regular el agua del grifo: ni demasiado fuerte (derroche) ni muy débil (ineficiencia). Por eso técnicas como la refrigeración líquida ganan terreno, aunque requieren planes cuidadosos para no agotar acuíferos vitales. El análisis detallado aquí.
Reflexiones sobre el impacto energético de la IA

Estos datos no son solo para técnicos. Para 2028, la IA representará el 19% de la energía en centros de datos globales. En algunos países, el crecimiento en gasto eléctrico de estos espacios superará al de industrias como el acero o el cemento ¡juntas! Goldman Sachs estima que la demanda de electricidad para IA crecerá un 160% para 2030. Pero aquí está el giro: el coste y el consumo van de la mano. Como señala el Laboratorio Lincoln en MIT, ‘el ahorro energético reduce costos en una proporción uno a uno’.
¿Suena complicado para explicárselo a sus niños? Al contrario. Es una oportunidad para crear conciencia temprana. Sé que equilibrar tecnología y sostenibilidad puede sentirse abrumador, pero pequeños pasos marcan la diferencia. Al igual que les enseñamos a apagar luces al salir de una habitación, podemos mostrarles que cada ‘pregunta mágica’ a la IA tiene un costo invisible. No para asustarles, sino para empoderarles: ‘Mira, si hoy hacemos solo 3 consultas importantes, ¡ahorramos energía para más juegos mañana!’
Estrategias prácticas para reducir el gasto eléctrico en casa

En casa, convertimos esto en juegos sin drama. Al preparar la merienda, propongo: ‘¿Adivinas cuánta energía usamos hoy en dispositivos?’. Contamos juntos consultas innecesarias (‘¿Qué hora es?’ cuando vemos el reloj de la pared) y celebramos alternativas creativas. ¡Hasta transformamos búsquedas en aventuras! Si pregunta sobre dinosaurios, primero dibujamos imaginando cómo eran, luego verificamos solo una duda clave en tablet. La risa al acertar detalles sin tecnología es un tesoro.
La clave está en el equilibrio. Como señala la AIE, mejorar la eficiencia requiere ‘diálogo entre sectores’, pero en familia lo hacemos cotidiano: limitar tiempos de pantalla no como castigo, sino para crear espacio a actividades que nunca consumen electricidad. Un día nublado como hoy es perfecto para construir un barco de papel y navegarlo en charcos: aprendizaje práctico que deja cero huella energética. ¿El secreto? Que vean el mundo digital como una herramienta, no como el único mundo.
Construyendo un futuro sostenible con conciencia energética
No somos responsables de los centros de datos, pero sí de los hábitos que sembramos. Lincoln Laboratory desarrolla herramientas para optimizar uso de energía de IA, y empresas invierten en energías renovables. Pero la verdadera revolución empieza en nuestros hogares: cuando elegimos jugar al escondite en vez de ver un video más, cuando celebramos resolver un problema sin ayuda digital.
Como padres, nuestra labor es doble: exigir sostenibilidad a la industria (¡voten con sus elecciones de apps y servicios!), y cultivar en nuestros hijos la maravilla de lo analógico. Mañana, cuando su hija pregunte ‘¿Cómo se hace el pan?’, ¿le mostramos un video o mezclamos harina juntos? Ese aroma a hogar, ese polvo en sus mejillas… esa es la energía que realmente construye futuro. Porque al final, la tecnología ideal es la que nos une más, sin derrochar el planeta que les heredamos.
Así que la próxima vez que escuche ‘¡Robot, cuéntame un cuento!’, respire tranquilo. Estamos creando generaciones que no solo usarán la IA, sino que la harán servir a la vida. Y eso, queridos compañeros de camino, merece una sonrisa bajo cualquier cielo.
Fuente: AI’s ballooning energy consumption puts spotlight on data center efficiency, The Conversation, 2025/09/03 12:29:29
