¿Hablan los bots más que las personas? Lo que significa para tu familia
¿Alguna vez te ha pasado? Ves un comentario en redes que suena “demasiado perfecto”, o un debate que parece flotar sin alma. Justo ayer, mientras caminaba con mi café matutino bajo el sol de septiembre, me di cuenta: la red que compartimos con nuestros hijos se está llenando de voces que no son humanas. Sam Altman, creador de ChatGPT, lo confirmó al admitir: “Nunca tomé en serio la teoría de la ‘internet muerta’, pero ahora veo muchos perfiles manejados por inteligencia artificial”. Si hasta el padre de los chatbots se inquieta, ¿qué se siente navegar esto con tus chicos?
¿Qué es la ‘internet muerta’ y cómo afecta a las familias?
Imagina entrar a una feria donde todos los puestos están atendidos por robots. Las sonrisas son idénticas, las respuestas siempre “correctas”… pero ¿dónde está la magia de los gritos espontáneos de niños jugando? Eso es lo que preocupa. Esta teoría sugiere que casi la mitad del tráfico en internet ya no viene de personas, sino de máquinas que imitan conversaciones, como enseñar patrones de hanbok con precisión robótica pero sin el calor humano. Un informe reciente muestra que 49,6 % es tráfico automatizado, y en Twitter, aunque los bots son menos del 5% de cuentas, generan hasta un 29% del contenido. ¿El detalle más inquietante? Algunos sistemas ahora se alimentan solos: un bot contesta a otro, creando círculos infinitos de ‘conversación’ sin humanos. Para nuestras hijitas, esto es como aprender a nadar en una piscina llena de globos que parecen peces. ¿Cómo distinguirán lo real de lo artificial? La autenticidad digital se vuelve crucial en este escenario.
¿Cómo enseñan los ‘amigos invisibles’ a tus hijos?
Pensemos en una escena cotidiana: tu hijo ve un video de “personas reales” jugando con un juguete nuevo. Comentarios llenos de “¡Es increíble!” y “Mis niños no paran de jugar”. ¿Y si muchos son bots creando falsa emoción? Estudios revelan que en momentos clave, como discusiones sobre temas sociales, estos perfiles artificiales han amplificado narrativas dañinas. Para niños en plena formación de criterio, es como regar una planta con agua turbia: ¿crecerá sana? Lo más delicado no es solo el contenido falso, sino la pérdida de autenticidad. ¿Cómo entenderán que errores y dudas son parte del aprendizaje, si todo en pantalla parece perfecto y sin esfuerzo?
Hace un par de semanas, mientras jugábamos a detectives en casa (buscábamos “extraños” en dibujos animados), mi pequeña preguntó: “¿Por qué algunos personajes no hablan igual que tú?”. Ahí vi la oportunidad. Convertimos su pregunta en un juegazo: “¿Notas cuándo algo en internet suena ‘como robot’?”. Los juegos sencillos como este construyen su corazón crítico sin asustarlos.
Tu mejor ‘antivirus’: conversaciones reales y autenticidad
La buena noticia es que los humanos todavía creamos la conexión que las máquinas no pueden. En lugar de prohibir pantallas (imposible en este mundo), enfoquémonos en lo que sí controlamos: el tiempo de calidad donde las risas no son programadas. Por ejemplo, esta mañana aproveché el clima cálido para hacer un picnic en el parque con un libro físico – sin pantallas, solo el crujido de hojas y preguntas espontáneas sobre las nubes.
Investigaciones sugieren que dialogar sobre lo que ven en línea fortalece su inmunidad digital: pregúntenles “¿Te gustaría que un amigo real hiciera esto?” ante un video viral. O propongan juntos un “diario de momentos auténticos”: anoten 3 cosas que hoy les hicieron reír o pensar profundamente – no importa si fue en el supermercado o en el colegio. La clave está en normalizar que lo imperfecto es valioso.
Y aquí va un truco sencillo: cuando vean contenido sospechoso, digan en voz alta “¡Alerta robot!” como en un juego. Transforma la vigilancia en diversión, y sin darte cuenta, les enseñas a cuestionar con alegría.
El futuro no es frío: cultivando semillas humanas y conexión real
Sí, los bots están aquí. Pero recuerda: el internet “muerto” solo gana si olvidamos que somos creadores de vida. Hoy más que nunca, los niños necesitan aprender habilidades que las máquinas nunca tendrán: empatía al ver lágrimas reales, creatividad al ensuciarse las manos con barro, resiliencia al fracasar en un juego de mesa y reírse.
Por eso, este fin de semana propuse algo simple a mi familia: “Apagamos totalmente las pantallas desde el desayuno hasta la cena”. ¿El resultado? Hicimos un rompecabezas juntos, jugamos a inventar historias con figuras de origami, y hasta mi hijita aprendió a pelar manzanas – ¡con más orgullo que tras ganar un videojuego! Momentos como estos no solo desconectan, sino que reprograman su brújula interior: “La vida real es donde la magia ocurre sin algoritmos”.
Sam Altman tiene razón al preocuparse. Pero como padres, nuestra mayor contribución no es luchar contra los bots, sino recordar a nuestros hijos que ellos son el corazón vivo de esta red. Porque un “oh!” espontáneo al descubrir un caracol bajo la lluvia, nunca será replicable por inteligencia artificial. ¡Como el sonido de un caracol bajo la lluvia!
Fuente: Sam Altman Says He’s Suddenly Worried Dead Internet Theory Is Coming True, Futurism, 2025/09/05