
El otro día, mi hija de 7 años derribó su torre de bloques LEGO por décima vez. En lugar de frustrarme, celebré cada «¡ups!» como parte del aprendizaje.
Esto me hizo pensar en algo grande: ¡exactamente igual ocurre con la inteligencia artificial! Al leer sobre Diella, esa ministra digital que «no come ni bebe», me di cuenta que los sistemas perfectos son tan irreales como pedir a un niño que nunca tropiece. La verdadera sabiduría está en crear espacios donde los errores construyen resiliencia, no miedo.
Es como planear un viaje familiar y adaptarse al clima inesperado: cada cambio de plan suma historias. ¿No se parece al caos creativo que vemos en casa? ¡Eso mismo falta en las políticas tecnológicas!
¿Por qué la Gobernanza de la IA Necesita Momentos ‘¡Ups!’ Tanto Como los Padres?

Mi pequeña convierte accidentalmente mis reportes en canciones de k-pop (gracias a permitir apps de IA para niños). Pero no corto su curiosidad: hablamos cómo la IA aprende de errores, igual que ella experimenta mezclando colores. Los gobiernos que buscan «perfección» olvidan que innovamos en el desorden, no en sistemas impecables. ¿Acaso penaliamos su primer andar? ¿Y si en cada «error» vemos un semillero de mejoras, más que un fracaso? El 100% de precisión mata la chispa que nuestro mundo necesita urgentemente!
Estonia muestra los límites de rigidez: su modelo «sin papeles» suena eficiente, pero deja fuera lo humano. Mi hija lleva almuerzos coreanos a su escuela canadiense: kimchi con maple syrup crean algo único, ¡pero nadie exige que sean idénticos! La gobernanza debe ser como nuestra cocina: abierta a experimentos, con espacio para manchar recetas mientras descubrimos sabores nuevos.
Gobierno Tecnológico vs. Dedos Pegajosos: Cómo Estonia Ignora el Factor Jarabe de Arce

Pensemos: ¿le prohibiríamos a un niño usar computadoras hasta que sus manos estén perfectas? ¡Qué locura! Pero, ¿sabes qué? Muchos marcos regulatorios tratan a la IA como si debiera operar en ambiente quirúrgico. Cuando mis pantallas lucen huellas de leche o miel, no reinicio el sistema: enseño a limpiar las cosas con paciencia.
Y si el certero «jarabe de arce» canadiense tiene más sabor precisamente por sus gotitas imperfectas… ¿no debería la IA tener margen para cierta «viscosidad emocional» también?
«La perfección es el enemigo de la humanidad: tanto en crianza como en IA, los mimos ante errores son puentes para sabiduría compartida.»
¿Qué Enseña Estonia a los Padres Sobre la IA «Impecable»?

Un mundo sin manchas de pintura o códigos mal escritos sería un mundo sin «robots anti-aburrimiento» hechos con cajas y luces caseras. Si limito sus inventos solo a apps «100% seguras», pierdo su brillantez. La innovación nace de la mezcla imperfecta, no de la azucena perfecta.
Verdades de cada día: al aceptar sus tropiezos técnicos, mi niña corrige errores con confianza. ¿Podrían los «arenas» de Singapur enseñar eso mismo a la IA? Sistemas con espacio ético para experimentar, donde un colapso digital no sea motivo de bloqueo, sino pretexto para construir algo mejor.
Como un Día Familiar Gris (Parte 2): Reflejos de Calidez en la Gobernanza

Los días de nubes grises también enseñan oro. Si al inicio de picnic anula el plan, no culpo al cielo; convierto la cocina en tabla de juego improvisado. Eso mismo debería hacer la IA: ser nuestra compañera de improvisaciones, no dueña del libreto. Cuando Diella toma decisiones sin espacio para la risa de niños jugando, ¿qué visión humana deja para regalarle al futuro?
Central a mi visión está esto: la IA debe entender que jamás reemplazará esa conexión que sentimos al abrazar a nuestros hijos, incluso si sus cálculos nunca fallan. Viajamos de vacaciones sin GPS perfecto – ¿por qué exijo a la IA que corrija cada desvío digital con tal prisa? Lo humano debe superar a lo técnico. Eso, ¿no nos gustaría dejarle a los pequeños para cuando sean adultos que caminén sus propios viajes?
Fuente: Grok, ¿Cómo dirigir un país? Así se expande la inteligencia artificial en gobiernos
