
La casa se ha calmado. Solo el suave zumbido del refrigerador y la respiración tranquila al lado. Vemos a un niño observar cómo la IA explica por qué el cielo es azul, con los ojos fijos en la pantalla.
Parece frío, solo datos sin alma. Pero todo cambia cuando una persona saca un libro antiguo de astronomía y dice «vamos a echar un ojo juntos», se entiende: la IA no es un sustituto, es un puente.
¿La IA es un aliado o un enemigo para que los chicos hagan los deberes? Cuando la IA ofrece respuestas infinitas, ¿cómo cuidamos la voz auténtica de los chicos?
¿Cómo empezar? Compartiendo la curiosidad y el coraje de preguntar juntos. En esta noche, cuando el mundo parece más complejo, recordamos que nuestra fuerza no es tener todas las respuestas, sino explorarlas con ellos.
La IA es un simple ayudante, nunca el protagonista

Cuando un niño entrega problemas de matemáticas a la IA, respiramos hondo pero otra persona sonríe y sugiere: «hagámoslo juntos». En ese instante recordamos: la IA no es maestra, es nuestra herramienta.
Así como se comparan las respuestas de la IA con libros de biblioteca, se transforman ideas en dibujos o se cuestionan partes que suenan extrañas. Cuando la IA dibuja una galaxia con estrellas perfectamente alineadas, se sugiere con un lápiz de color: «añadamos estrellas curvadas como en la realidad».
Las creaciones que hacemos en la mesa de la cocina, que no son perfectas, encienden verdadero aprendizaje porque son nuestras. Incluso cuando la IA dice «no sé», eso se convierte en un desafío: «busquémoslo juntos». Y cuando el niño quiere confiar la tarea a la IA, simplemente sonreímos. Es la repetición de «nuestras» rutinas lo que guía.
La curiosidad no necesita respuestas pulidas; necesita quienes pregunten «¿por qué?» y exploren juntos.
Fortalecer el músculo de verificar hechos desde temprano

Esta noche, cuando un niño pregunta si los dragones existen, no decimos simplemente «no». Lo transformamos en un juego: «investiguemos como detectives». Enseñamos a cuestionar: «¿esto parece demasiado perfecto?», «¿quién lo creó y por qué?». Investigamos libros, sitios confiables e incluso notas de prensa como detectives.
Cuando la IA da respuestas ambiguas, decimos: «los errores son caminos para mejores preguntas».
Así no enseñamos a los niños a confiar en tener todas las respuestas, sino a confiar en su propio juicio.
Al descubrir la verdadera historia del mito del dragón (antiguas civilizaciones que vieron dinosaurios), vimos sus ojos brillar. No se trata solo de enseñar hechos, sino de regalar una brújula para encontrar la verdad en un mundo ruidoso. Ese es nuestro regalo compartido.
Proteger la creatividad en un mundo de copiar y pegar

Cuando la IA genera historias de robot astronautas, casi suspiramos. Pero el niño añade: «¿y si el robot extraña su casa y abraza un osito de peluche?». No ignoramos esa idea, sino reconocemos: «esta es tu voz, algo que solo tú puedes crear».
Usamos el borrador de IA como base para contar una historia familiar. Así demostramos cómo defender la imaginación en el mundo de los algoritmos. Incluso cuando la versión de IA parece fría al lado de una historia cálida (como la del cohetes hechos de palomitas), reímos.
Pero recordamos que la verdadera magia está en lo que añadimos, en lo peculiar. ¿El astronauta abrazando un osito? Esa fue la idea del niño. Al mezclar ideas de la IA con nuestra propia magia, preservamos lo más humano del aprendizaje: el coraje de ser únicos.
Ir más allá de la confianza en la tecnología

Apagamos las luces y conversamos sobre cómo equilibrar confianza y duda en la IA. Enseñamos a preguntar: «¿para quién está diseñado esto?», «¿qué falta aquí?». Jugamos a encontrar diferencias entre creaciones humanas y patrones machine.
La semana pasada, cuando la IA escribió un poema perfecto, señalamos la falta de emoción real y escribimos uno juntos sobre extrañar las galletas de la abuela. Solo el 9% de los padres pone reglas para el uso de la IA… ¡qué miedo!
No se trata de temer la tecnología, sino de crear responsabilidad compartida. Cada vez que revisamos respuestas, enseñamos que el proceso importa más que la perfección. Ahí, entre galletas imaginarias y estrellas torcidas, construimos algo que ninguna IA podrá imitar: complicidad.
Source: Business Insider reportedly tells journalists they can use AI to draft stories, The Verge, 2025/09/17.
