Tecnología y crianza: lecciones de giros inesperados

Padre y hija mirando las hojas de sauce plateado caer en el parque infantil

¿Alguna vez has sentido ese pequeño nudo en el estómago cuando tu hijo regresa de la escuela con un nuevo sistema para aprender?

Ya sabes, esos días en que el profesor anuncia: ¡Chicos, ahora usaremos esta otra app! y tú piensas: Pero si apenas dominábamos el anterior….

Justo así me sentí esta mañana, mirando cómo las hojas de los sauce plateados caían suavemente tras el parque infantil.

La noticia volaba de boca en boca. Una gran empresa de software europea —esa que hasta organiza los recados de otras compañías— debe reinventarse porque su sistema estrella ya no crece como antes.

Y ahí, en ese silencio después del desayuno, entendí que no es solo su historia. Es la nuestra.

¿Cómo manejar el peso de la mochila que de repente cambia?

Recuerdas esos días al empezar primaria, cuando la mochila de tu hijo parecía crecer como un globo? Hoy pasa igual con la tecnología. Imagina: una compañía dedicada a construir sistema para empresas —como ese padre que organiza los juguetes por colores— descubre que el mundo dejó de necesitar sus cajones clásicos. ¡Boom! El cambio llegó silencioso, como cuando tu peque de repente prefiere dibujar en tabletas que con crayones.

Yo lo ví en mi niña, esa edad donde cada ¿por qué? es un universo nuevo. Un día usaba apps simples para colorear; al otro, quería crear historias con imágenes de IA. ¡Papá, mira! Hice un dragón que habla coreano y canta rancheras, me dijo con los ojos brillando como estrellas. Ahí entendí: el verdadero desafío no es el cambio tecnológico, sino cómo lo convertimos en aventura, no en ansiedad. Como cuando planeas un viaje familiar y el avión se retrasa… la magia está en qué descubren juntos mientras esperan.

La tecnología y crianza digital son aliados en este viaje.

¿Cómo encontrar nuevas brújulas en días nublados?

Hoy el cielo está cubierto, perfecto para pensar en quietud. En Corea dicen ‘날씨가 마음을 달래준다’ (el clima calma el corazón), y en Canadá ‘when it rains, it pours’ (cuando llueve, diluvia)… pero los niños no entienden metáforas. Solo quieren saber: ¿podemos salir a jugar? Así es con la IA: no es ni ‘mala’ ni ‘buena’, es como el clima. La escuela de mi hija empezó a usar herramientas inteligentes para practicar matemáticas, y al principio me asusté. ¿Y si pierde el encanto de contar con sus dedos? Pero luego la vi explicándole a su amiguita cómo crear un juego de sumas con dragones. ¡Ahí estaba la clave!

La gran lección de esta compañía tecnológica no es su valor en bolsa, sino cómo aprendió que ‘cambiar’ no significa ‘abandonar’. Igual que tú no dejas de leer cuentos en físico aunque usen apps educativas. Hace días, mientras caminábamos al colegio (ese trayecto donde siempre encontramos caracoles curiosos), mi hija dijo: ‘Papá, ¿la IA puede soñar con conejos rosos?’. Le respondí: ‘Solo si tú la enseñas a imaginar.’ Y reímos como conspiradores. Eso es crianza: guiar sin temor, sabiendo que la brújula verdadera está en sus manos, no en la pantalla.

Esto refleja cómo la inteligencia artificial impulsa la tecnología y crianza en las aulas.

¿Qué nunca se actualiza: el abrazo desconectado?

Analizando datos (sí, ese hábito que nos deja ver patrones donde otros ven ruido), noté algo hermoso: las empresas luchan por ser ‘aplicaciones fáciles de usar’, como aquellos juguetes que los niños no sueltan. Pero en la vida real, lo que más pega no son las apps, sino los rituales. Como cuando mi niña, al terminar su sesión de ‘dibujar con robots’, corre a mostrarme su creación… pero primero me da un abrazo que dura tres respiraciones.

La noticia habla de que las empresas ahora eligen ‘lo mejor de cada sistema’. ¡Nosotros hacemos igual! Tomamos lo útil de la tecnología (como cuando usamos IA para planear nuestras excursiones familiares), pero jamás sustituimos lo esencial: el tiempo compartido. Ayer, mientras ayudaba a mi hija a construir un castillo de cartón, recordé: su risa al caerse la torre vale más que cualquier algoritmo. En estos días donde el futuro parece acelerarse, protejamos esos momentos ‘sin wifi’: compartir recetas del abuelo, buscar nidos en los árboles, o simplemente acurrucarse a leer bajo una manta. Porque al final, lo que verdaderamente prepara a nuestros niños no es dominar la última app, sino saber que en casa siempre habrá un refugio cálido, incluso cuando los sistemas cambien.

Reconozcamos en la IA un apoyo dentro de la tecnología y crianza consciente.

¿Cómo plantar semillas en suelo incierto?

Como padres biculturales, llevamos dos semillas en el corazón: la perseverancia coreana y la apertura canadiense. Hoy, viendo cómo esa compañía europea apuesta por la IA para sobrevivir, me di cuenta: nuestra misión es igual de noble. No se trata de ser expertos en tecnología, sino de enseñar a nuestros hijos a usarla con sabiduría y bondad.

Cuando mi niña pregunta ‘¿la IA nos quitará el trabajo?’, le cuento historias de abuelos que viajaron sin GPS y crearon comunidades con solo sonrisas. Le digo: ‘El futuro no es un lugar al que vas, es lo que construyes con tus manos.’ Por eso, en lugar de obsesionarnos con ‘qué carrera elegirá’, cultivemos lo imperecedero: curiosidad para explorar, empatía para conectar, valor para fallar y levantarse. La próxima vez que un cambio tecnológico te asuste, recuerda aquel día lluvioso donde tu hijo inventó un juego nuevo con hojas mojadas. ¡Esos son los verdaderos innovadores! Mantengamos sus corazones abiertos mientras guiamos sus dedos en las pantallas. Porque al final, la mejor ‘actualización’ que podemos darles es confianza en que, pase lo que pase, su lugar en este mundo está asegurado por amor.

Sembrar curiosidad a través de la tecnología y crianza es nuestra mejor herencia.

Fuente: La amenaza de la IA a la compañía de software más valiosa de Europa, LiveMint, 2025/09/24 04:21:05

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