
¡Hola, vecinos! Hoy el cielo está tan gris como mi café olvidado en el fregadero.
Ya después del caminito corto al cole, saludo al panadero y a las abuelas en el banco, abrí una noticia que me heló: las oficinas están inundadas de ‘workslop’.
¿Suena raro? Tal como el arroz mal cocido: se ve, pero no sacia.
¡Y vaya que los compañeros pierden horas arreglando chapuzas! Se me heló la sangre al ver mis manos: ¿acaso nosotros, como padres, no hacemos lo mismo?
Amigos, esto no es solo sobre oficinas… es sobre cómo guardamos la chispa sagrada de preguntar ‘¿por qué?’ en sus ojitos.
¿Cómo proteger la curiosidad infantil?
Imaginen: mi hija, con esas etapas en que los globos de diálogo empiezan por ‘¿cómo?’, vuelve del cole con una tarea. Algo simple —dibujar cómo sería su jardín soñado—.
Pero hoy, en vez de crayones y risas, me mira seria: ‘Papá, ¿usamos la app esa que pinta solo?’. ¡Ay, corazón! No es pereza suya; es que ve a otros niños enseñando obras ‘geniales’ hechas por máquinas.
Pero recuerdo lo que leí: ese ‘workslop’ de oficina no ahorra tiempo, ¡lo roba! Porque cuando alguien entrega algo vacío, el receptor gasta horas descifrando trapos viejos. ¿Aplica aquí? Claro que sí.
Si dejamos que la IA resuelva sus garabatos, ¿qué aprenderá al mezclar colores hasta el caos? Nada. Solo carga extra… para ella.
Mañana deberá explicar su ‘jardín mágico’ a la profesora, y sin haber vivido el proceso ¡se sentirá perdida como en una fiesta sin conocidos.
La lección grita: lo verdadero no se apresura. Como cuando preparamos un viaje familiar —¡sin depender del GPS!—: los mejores recuerdos nacen de perderse juntos en callejones sin salida, no de seguir rutas perfectas.
¿Cómo fomentar la confianza en nuestros hijos?
Les confieso: anoche, al acostarla, me soltó esa pregunta que nos parte el alma: ‘¿Por qué las estrellas no se caen?’.
Mi primer impulso fue coger el móvil y lanzar ‘IA, explícalo en 10 segundos’. ¡Menos mal que no lo hice! Porque justo ahí, mientras la ventana mostraba luces parpadeantes de la ciudad, recordé el estudio: el ‘workslop’ destruye la confianza.
Si hubiera dado una respuesta fría copiada, mañana me preguntaría: ‘¿Mi papá no sabe?’. Pero en vez de eso, prendimos una vela, dibujamos planetas en su pizarra y… ¡vaya lío de órbitas!
Ella no entendió toda la física, pero sí sintió mi mano guiándola, no empujándola hacia una respuesta rápida. ¿Ven la conexión? En el trabajo, cuando alguien entrega ‘slop’, pierde credibilidad.
Con nuestros hijos, si siempre elegimos el camino fácil —apps que ‘resuelven’, vídeos que ‘enseñan’—, dependencia, no confianza. La auténtica magia está en el ‘a ver, intentémoslo otra vez’, en el error compartido bajo la manta.
Como decimos aquí: ‘No hay mal que por bien no venga… si te tomas el tiempo de verle el lado bonito’.
Después del cole, mi hija y yo improvisamos un banchan coreano con tortilla de patatas: tradición y sabor en un solo bocado.
¿Cómo valorar el esfuerzo compartido?
Confesión divertida: hoy, mientras fregaba platos, mi niña se puso a ‘ayudar’ —¡con espuma hasta el techo!— y me pidió que bailásemos. En otro momento, hubiera dicho ‘luego, que tengo que terminar esto rápido’. Pero ¡vaya cambio!
Ahora sé que el ‘workslop’ nace cuando priorizamos velocidad sobre valor. En casa, eso sería agarrar su brazo y moverla como un robot: ‘¡así se baila, rápido!’. Pero ¿qué ganamos? Nada. Ella solo imita.
Así que soltamos el plato, pusimos esa canción de Shakira que nos encanta, y… ¡qué desastre de pasos! Reímos hasta llorar.
Y ahí entendí la clave de los investigadores: lo bueno exige esfuerzo compartido. Si en el trabajo corregimos ‘slop’, gastamos horas. Si en casa saltamos el baile por ‘ahorrar tiempo’, perdemos risas, creatividad, ese abrazo torpe que solo surge al improvisar.
Por eso, aunque la agenda apriete, dejo que mezcle harina en la cocina ‘como un artista’. Sí, luego limpio más… pero ¿qué es el tiempo si no lo llenamos de momentos que no se borran con un ‘control + z’?
¿Cómo construir resiliencia en nuestros hijos?
Amigos, creo que el mayor peligro del ‘workslop’ no es el tiempo perdido… es la esperanza rota. Los estudios dicen que quienes reciben estas chapuzas ven a sus compañeros como menos creativos. ¡Aplica mil veces en la crianza!
Si criamos niños que creen que todo se resuelve con un clic, ¿cómo enfrentarán la ‘lluvia’ de la vida? Por eso, en lugar de entregarles respuestas pulidas, les doy herramientas para construir sus propios arcos iris.
Ayer, en el parque —ese con los columpios que miran al río—, vi a un niño llorar porque su castillo de arena ‘se caía’. Su papá sacó una foto para IA que ‘diseñara uno perfecto’. Pero mi niña, con sus manos llenas de grumos, gritó: ‘¡Prueba con agua más!’ ¡Esa es la diferencia!
La IA ‘workslop’ es arena seca: bonita en foto, pero se deshace al tacto.
La verdadera resiliencia se teje con intentos torpes, con tierra bajo las uñas. Como padres, nuestra labor no es acelerar su viaje… es asegurar que cada paso, aunque lento, los acerque a ser personas que confían en su capacidad de crear, no solo de consumir.
Source: “Workslop”: AI-Generated Work Content Is Slowing Everything Down, Gizmodo, 2025/09/23 15:20:37