
Hay un momento al final del día, cuando el silencio se instala en la casa y solo se escucha el leve ronroneo de los aparatos cargando. Te veo allí, con esa expresión que conozco tan bien: la que dice «¿estoy haciendo lo correcto?». ¿Cuántas veces hemos sentido esa misma inquietud? Pero hoy quiero decirte algo: en ese equilibrio entre lo digital y lo humano, ya estás encontrando el camino.
El ejemplo que damos sin darnos cuenta
Recuerdo cuando te vi explicarle a nuestra hija por qué había límites de tiempo. No era una prohibición, era una conversación con la misma paciencia que cuando enseñamos a atarse los cordones.
¿Te has fijado cómo nos miran cuando revisamos el móvil? Esos ojitos que captan todo. Por eso hemos creado espacios sin dispositivos: la mesa, el coche, los minutos antes de dormir. No por ser restrictivos, sino por estar realmente presentes.
La educación digital nos pide que acompañemos, no que controlemos. Que seamos modelos, no censores
Como señalan expertos en tecnología educativa, el acompañamiento es clave.
Acompañar sin algodones digitales
A veces me pregunto: ¿qué quiere decir estar presente pero ausente? Esos momentos en que estamos físicamente pero mentalmente en otro lugar, enredados en nuestras propias pantallas.
He visto cómo dejas el móvil al revés cuando entran contando algo importante. Cómo preguntas «¿qué videojuego juegas hoy?» con genuina curiosidad. Eso es acompañamiento tecnológico: interesarse por su mundo sin juzgar.
La confianza que construimos juntos
Me emociona verte navegar este equilibrio. No es fácil, lo sabemos. ¿Cómo manejamos las redes sociales? ¿Qué apps aprobamos?
La clave está en la conversación: comprender su mundo digital. Cuando ella te explicó quién era su youtuber favorito y tú le preguntaste por qué le gustaba… eso fue mágico.
El equilibrio que nos hace humanos
Al final, cuando apagamos las pantallas, pienso: la tecnología nunca sustituirá nuestra respiración compartida.
Lo que recordarán no es si les dejamos el móvil 30 minutos más, sino si supimos escuchar
¿Vamos consiguiéndolo? Sí. Paso a paso, pero siempre con el corazón puesto en lo que importa: conectar en un mundo que a veces desune.