
¿Recuerdas esa noche? Cuando los niños dormían, y la luz del móvil dibujaba tu concentración buscando respuestas. En ese momento, vi cómo la tecnología puede ser un hilo, no una pared entre lo que nos inquieta y las soluciones que buscamos.
La pantalla que nos acerca
¿Viste cómo nos pasamos horas buscando juegos para que aprendan mates? Los ojos los niños brillan diferente cuando se sienten exploradores, no estudiantes…
Esa tecnología que a veces nos da miedo, en nuestras manos se vuelve otra cosa. ¿Sabes? Es como ese martillo que puede romper ventanas o construir casas: depende de nuestra mirada. ¿No te pasa que a veces sentís que aprendemos juntos? Eso no tiene precio…
El equilibrio que no es matemático
¿Hay fórmula perfecta? Horas diarias… Recuerdo una tarde en el parque… ¿Qué nos enseñó aquel día?
La verdadera guía es nuestro ejemplo: cómo nos ven ellos usar la tecnología
Esos reflejos son los que más tarde devuelven, como un espejo de nuestro corazón.
Cuando la tecnología se convierte en abrazo
¿Te cuento un momento? Como cuando preparamos kimchi juntos pero con un toque canadiense — fue cuando crearon su primer video. La pantalla dejó de ser un obstáculo.
¿Y nosotros? ¿No es la ansiedad solo una parte de nuestro amor sin límites? La que quiere que eleven, no que se encierren.
Ese diálogo que nos entrelaza… ¡y que hace que cada día sea una nueva aventura juntos!