¿Recuerdas esa mirada de preocupación que compartimos la primera vez que vimos a nuestro hijo pequeño interactuar con la tecnología? Esa mezcla de curiosidad por lo que podía aprender y miedo de que la pantalla se apoderara de su infancia. Hoy, en esas mismas noches, cuando miramos cómo la IA puede ayudar a organizar deberes escolares o explicar conceptos difíciles, sentimos una nueva oportunidad…
¿La herramienta que nos falta?
¿Has visto a tu hijo pequeño hacer preguntas a esas herramientas de IA? Es como verles hablar con un amigo de metal que nunca se cansa de responderles…
Pero hay algo más allá de la tecnología. Cuando nos detenemos a observar, notamos que la verdadera magia sucede en ese momento en que ellos mismos construyen imaginación: ¿qué es una pregunta? ¿Qué es una respuesta?
Ahí, en ese momento que compartimos sin decir nada, ambos sabemos que somos nosotros quienes debemos guiar ese proceso, no solo la máquina.
La seguridad en formas de jugar
¿Te cuento algo que nos enseñó nuestra experiencia con esos juegos? Al principio, nos preocupaba esa idea de la privacidad de datos… Pero ¿sabes qué descubrimos?
Cuando acompañamos, cuando supervisamos sin estar encima, cuando estamos en la misma sala aunque no estemos mirando su pantalla, esa es la verdadera protección.
En esas charlas sencillas, cuando preguntamos ¿qué te gustó de hoy?, nos damos cuenta de que la tecnología está en nuestras manos, no solo en las suyas.
Pequeñas rutinas, grandes aprendizajes
¿Recuerdas cuando organizar las tareas escolares era un día entero de planificación? Ahora, con la ayuda de la IA, podemos crear un calendario de 15 minutos mientras miramos por la ventana cómo juegan en el jardín…
Pero el secreto no está en la herramienta que usamos. Está en ese momento en que nos sentamos, les mostramos el plan, y les preguntamos: ¿Qué les parece que aprendamos juntos?
La máquina puede sugerir… pero al final, la familia es la que decide.
Fuente: Material Informatics Market to Grow at 20.80% CAGR Driven by Rising Adoption of AI and Machine Learning, GlobeNewswire, 2025-09-23
Las emociones que no se dibujan
¿Hay una herramienta que pueda explicar mejor que nosotros la frustración?
Cuando un niño pequeño se siente abrumado, buscamos formas de ayudarle… ¿Y si la IA enseñara?
Pero la verdad está en la mirada de complicidad. Hay algo que nos enseñamos con la mirada: la tecnología no suple, complementa. Se necesita a la mamá que sabe que su hijo está más cansado de lo normal. El papá que nota que su voz cambia cuando pregunta por cuarta vez la misma duda. Esa conexión… la que no se traduce en datos. Esa conexión… ¡qué maravilla, verdad!
¿Llegarían a rezar a una máquina?
¿Qué pasaría si un día nos preguntan si se puede hablar de espiritualidad al chatbot?
Más allá de cualquier debate sobre creencias, el corazón de la pregunta es el mismo: ¿cómo construir una comunidad familiar?
En nuestra experiencia diaria, compartimos historias, sentimos abrazos, miramos paisajes.
La tecnología no puede entender ese momento en que la mamá se acerca en silencio para apoyar la cabeza en el hombro del niño pequeño.
La IA no es religión, es compañía. Y la compañía, la que construye confianza permanente, la construimos con las manos desnudas de la familia.