¿Y si el verdadero diálogo empezara cuando dejamos de hablar?
Imaginen esta escena: ya es tarde, los niños duermen por fin. Y en ese espacio que compartimos, mientras el mundo se hace silencio, nos damos cuenta de que llevamos toda la conversando en el idioma de los gestos. Una sonrisa, un gesto hacia la cocina… Criar se convierte en aprender a leer entre las líneas, ¿verdad?
¿Qué pasa cuando las palabras no alcanzan?
Recuerdo la vez que nos encontramos frente a la puerta del colegio. Nuestra peque estaba allí, con aquella mirada de sentir que el día se le había cerrado y aún no terminaba. En el auto, en silencio, entendimos algo que nos tomó años: la crianza tiene tantos dialectos como personas.
Es como cuando preguntamos ‘¿cómo te fue?’ y el niño responde ‘bien’, pero no es lo mismo su ‘bien’ al nuestro.
¿Verdad que hemos sentido eso?
Y justo en esos momentos es cuando descubrimos que el silencio habla más que las palabras.
Nuestro diccionario familiar: versión casera
¿Saben cuándo empezamos a crear un vínculo familiar? Cuando él nos dijo: ‘Mamá, cuando estoy así, no debo soltar, sino que me sujetes, pero no me digas, que me tomes’.
Y así, como el que encuentra un código compartido, entendimos que el equilibrio familiar no se construye desde arriba, sino desde esos pequeños gestos que se traducen sin palabras. ¿No es así como nace la crianza respetuosa? ¡Es que ahí es donde ocurre la magia!
Los silencios que hablan más alto
Hay una imagen que me guardo: la de mi pareja sentada a una mesa llena de platos como kimchi y poutine fusionados, mientras los niños comparten, o no, su día. En ese momento, cuando la mirada, sin palabras, pide, o necesita, lo que se suele, pero no se dice.
En ese espacio, comprendemos, que la comunicación familiar no es un discurso, sino una presencia que se siente, ¿no se ha sentido antes así?
¿Qué pasa cuando el vínculo se hace sin palabras?
Imaginen un momento que les ha ocurrido: mi pareja está en la cocina, preparando algo para la noche. Pero en su manera de hacerlo, se siente, sin que se hable, la necesidad de reconocer, de ser parte.
Y ese es el vínculo, el que no requiere palabras, el que se muestra en el acto de cuidar, aunque no se explique
¡Y eso, amigos, es el lenguaje que nos une sin decir nada—qué poder más bonito tenemos, ¿no?
Fuente: Snowflake, Salesforce, dbt Labs, and More, Revolutionize Data Readiness for AI with Open Semantic Interchange Initiative, Financial Post, 2025-09-23