
¿Recuerdan esa vez que vimos a nuestros hijos compartir una risa sobre un video educativo mientras se preparaban los deberes? Fue un momento pequeño, pero revelador. El 72% de las familias reconoce la tensión entre pantallas y convivencia, pero tenemos que hablar de la otra cara. La tecnología cuando se usa con cuidado puede ser ese puente que construye complicidad. ¿Cómo logramos ese equilibrio entre la conexión digital y la conexión humana? En nuestra casa seguimos aprendiendo, pero les comparto lo que nos ha funcionado.
El ejemplo: la mejor herramienta
¿Y recuerdan cuando nos pillamos dejando el móvil en la mesa mientras cenábamos? Los niños aprenden más de lo que hacemos que de lo que decimos. Ahora tenemos nuestro «cargador de conversaciones»: una caja en la entrada donde todos dejamos los dispositivos. Y esas conversaciones en el grupo de clase se han vuelto más naturales… casi como las antiguas tertulias de sobremesa.
¿Horarios o límites naturales?
En lugar de un ‘toque de queda digital’ creamos rincones. En el sofá y la cocina: pantallas para cocinar o ver documentales. En cada cuarto: un rincón de lectura. Los niños inventaron su juego: ¿Quién puede pasar más tiempo sin móvil durante la hora de la cena? El resultado: tres semanas donde la tecnología no se prohibió, simplemente se dejó a un lado.
Cuando la tecnología nos acerca
¿Qué pasó cuando descubrimos que nuestro hijo había creado un álbum digital familiar? Nos sorprendió más que si hubiera ganado una olimpiada. La tecnología se vuelve nuestra aliada cuando aprendemos a crear juntos. La clave es un diálogo donde también ellos son los expertos. No gerentes, sino compañeros de viaje.
¿Tecnología o calidad de la mirada?
¿Cómo te sientes jugando? La pregunta que cambió todo
Cuando nos vienen a enseñar algo nuevo, ya no es ¿cuánto tiempo? sino ¿cómo te sientes? Así generamos una cultura digital donde la palabra clave es la conexión, no la desconexión.
Fuente: LMS Features To Keep Pharma Companies Audit-Ready, Elearning Industry, 2025-09-27