
Hay una imagen que se repite en todas las casas cuando llega la noche: la luz de las pantallas iluminando caras sonrientes, las manos que sostienen platos y dispositivos. En medio de este caos cotidiano, a veces nos preguntamos: ¿la tecnología que trae, también quita? ¿Perderemos el momento por capturar el momento? Quizás, ¿verdad?, estamos descubriendo juntos otra forma de bailar con esta paradoja.
¿Alguna vez te has encontrado sosteniendo el teléfono y la cuchara a la vez?
Hay algo que se da en el momento en que intentas, con la misma mano, sostener el teléfono y la cuchara: la belleza, me pregunto, si también está en ese instante de equilibrio entre la vida y la memoria.
Veo que lo haces suave, ¿verdad?, y siéntate con la misma delicadez que la que usas, cuando los niños tiran, casi sin querer, la foto. Y en decirlo, lo más importante no es lo que se captura, sino lo que estamos viviendo juntos, ¿verdad?
¿Hay que apagar lo que se enciende?
¿Recuerdas aquella noche en la que la tormenta de luz se apagó, y nos quedamos con las velas? Los niños, sin saberlo, se convirtieron, en la sombra de la ventana, en una historia que contarían después.
Pero lo que nos llevamos, ¿verdad?, no fue una foto, sino el sonido de la risa de ellos, en la oscuridad, y el calor de la comida que nos mantenía, juntos, cerca. Y esa es la belleza, ¿no es cierto? La tecnología que nos acompaña sin que nos quitemos de la vista.
¿Tenemos, según la tecnología, la misma información?
Cuando las personas nos preguntábamos, sobre cómo hacer que la tecnología nos uniera, no nos imaginábamos que, en última instancia, lo que haría, era simplemente, estar ahí, sin interrumpir, sin separar.
Y en ese momento, cuando nos acurrucamos en el sofá con la tableta y reímos con una foto de hace tres años: ¡Y qué maravilla es poder reírnos juntos con una foto de hace tres años! No es la imagen, sino el recuerdo compartido, y cómo nos hacemos presentes ahora.
Lo que nos perdemos, cuando lo que ganamos, está en la mano
Hay una verdad que, si no se dice, a veces se pierde: la tecnología que nos acerca, no es la que nos hace ausentes, sino la que nos permite estar presentes, aunque estemos a kilómetros.
¿Y cuando estamos juntos en la cocina viendo los dibujos de los niños? ¿Estaremos aprendiendo a construir, a través de los dispositivos, lo que nos fortalece como familia?
¿Y la primera foto?
¿Qué nos queda de esos primeros días con la tecnología apenas embrionaria? ¿Recuerdas la primera vez que nos tomamos una foto? ¿Verdad que no era tan nítida, pero sí más cálida?
La cámara fue nuestra primera aliada – hoy sigue siendo testigo, ayudándonos a construir lo que somos ahora como familia.
La tecnología, la que nos ayuda a no olvidar
Al final, el equilibrio entre tecnología y familia es como un camino que se hace andando, ¿verdad? Y cada día, al preguntarnos cómo guiar a los niños por esta senda, la respuesta está en:
La misma paciencia con la que apagamos pantallas, la misma ternura con la que guardamos recuerdos digitales, y la misma tecnología que nos permite no solo recordar, sino también vivir juntos.
¿Y ahora, qué?
¡Esta noche, tomemos una decisión radical: dejemos que el teléfono descanse y abracemos el momento con ambas manos! Lo que guardemos en el corazón… eso sí que no tiene precio.
Fuente: Message Nikon CEO Toshikazu Umatate on the Imaging Products Business, Nikon Rumors, 2025-09-27