
Imagínense esta escena: la casa está tranquila, los niños ya duermen y la última taza de té del día aún tibia entre nuestras manos. Esos instantes, ¿saben? Cuando el mundo digital que nos rodea parece ruido y, sin embargo… vemos aventuras. Recuerdo como aquel informe sobre la inteligencia artificial me hizo pensar en futuros lejanos, pero ahora veo que nuestra mayor fuerza es convertir cada cambio tecnológico en nuestra pequeña historia de sobremesa.
Cuando los niños nos enseñan a nosotros
Hay una hora que siempre me gusta observar: ese momento en que llegan las tareas escolares. Hoy, en lugar de tu smartphone, te vi con los cables de colores enredados en tus dedos. Los niños preguntaban ¿cómo el asistente virtual ‘entendía’ sus palabras? y tú respondiste, no con la definición, sino con una pregunta: «¿Y si los robots son tímidos?»
La carcajada fue la música que nos unió, pero ¿cómo lo haces? ¿Cómo conviertes cada noticia tecnológica en una historia de risa?
Ahí, entre las risas y los cables, empecé a entender. Lo más importante no es lo que aprendan de tecnología. Es cómo se sienten al descubrir que sus ideas pueden moldear esos mundos digitales.
¿Estaremos exagerando con las pantallas?
Esas charlas, las que nos arrastran al final de la noche… ¿Verdad? En medio de ese debate, tu voz siempre encuentra la calma. La misma que nos recuerda: no es cuestión de minutos, sino de presencia.
¿Se acuerdan de aquel domingo? El proyecto de ser un robot con cajas de cartón, mientras jugábamos con los cables para que la luz LED respondiera a su voz.
«No hay problema, será un robot con personalidad»
Ahí entendí: el equilibrio nunca es una regla, es un abrazo que transforma la frustración en conexión.
¿El futuro, pero con nosotros a su lado?
Hay un instante, en el último mes, que me quedó grabado: el niño emocionado preguntando si crearía un programa para su dragón dibujado. Ese instante me recordó que nuestra mayor tarea no es controlar la tecnología, sino encender esa chispa de curiosidad que transforma un dibujo en una aventura. ¿Y sabes? Tú, frente a la nevera, respondiste con la clave: diseñar sin miedo al error.
Esto, ¿no es lo que enseñamos sin querer? Que los padres somos el puente que permite tocar, con seguridad, el mundo digital.
«Aprenden más que los dispositivos: confían en su propia capacidad para explorar»
Fuente: Innodisk subsidiary, Digitimes, 2025-09-30