
¿Recuerdas aquella noche, cuando al fin se durmieron los niños?
El café aún tibio entre tus manos. El silbido del último tren del día cruzando las vías lejanas. Y en la televisión, entre noticias sobre blockchain, aparecía la pregunta: —¿Cómo equilibrar la tecnología en la crianza?
Me senté a tu lado, con la misma sonrisa cansada de las jornadas dobles, esa que sostiene el peso invisible. Y pensé, mientras nos acurrucábamos en el sofá: ¿Acaso sabemos cómo hacerlo?
Cuando la tecnología se convierte en el cuaderno familiar
El estudio sobre blockchain suena distante, hasta que lo imaginas como un cuaderno de tareas. ¿Recuerdas cuando los niños se dispersan buscando las zapatillas perdidas? Alguien escribe en tiempo real y nadie puede borrar las notas: el primer paso para enseñarles responsabilidad compartida, oculto entre las manchas de chocolate en la mesa.
Y la IA, esa que nos asusta, se convierte en la herramienta que nos calcula: ¿Cuántas tardes puedes dedicar al parque antes de las evaluaciones? ¿Qué rutas alternan deberes con tiempo de juego? Lo que nos abruma no es la herramienta, sino la velocidad de aprender a usarla, incluso cuando nuestros cerebros piden desconectar con la última serie.
El algoritmo que nos enseñó a optimizar cariños
¿Recuerdas aquella mañana? Cuando los niños se perdieron entre los zapatos y las mochilas mal cerradas. Te propusiste algo: jugar a ser un algoritmo que optimiza rutas. ¿Qué necesitan primero? ¿Qué acortarías? ¿Qué cambiarías? A simple vista parece que solo ganaron cinco minutos. Detrás, generaste la solución: bajar la mochila al día siguiente, y con ello, la capacidad de imaginar mejoras en el caos.
La tecnología, el puente invisible que nos une
Y justo ahí, en medio del juego, recordé algo crucial:
La primera barrera contra la desinformación, contra la desconfianza, eres tú.
En el parque, el niño pequeño señaló un insecto, y esa pregunta que nos supera —¿Qué es?— tuvo una respuesta en tu voz. ¿Qué lo hace diferente? ¿Cómo lo descubriste? ¿Qué crees que pasará si…? Lo mismo, exactamente, que hace la cadena de bloques, pero con más humanidad. Lo mismo que enseñamos cuando la IA arrasa: la capacidad de cuestionar, validar y construir conocimiento.
No es una pantalla: es el futuro que tejiéndose, momento a momento
El café se quedó frío, y el tiempo, como siempre, nos hizo mirar. ¿Qué nos queda? ¿Qué hemos aprendido? La tecnología más auténtica no es la que está en los algoritmos, sino la que sostiene, paciente, las manos: la tuya cuando el niño se despierta con miedo, y la que te acoge en el sofá. Porque un día, la IA será su maestra, pero la capacidad de humanizar el futuro ya la llevarán, como tú, aquí.
Fuente: Clear Street, NEAR Protocol and Event Horizon Capital Converse Today at Clear Street’s Innovator Insight Series, GlobeNewswire, 2025-09-30