
El sábado pasado algo increíble pasó (y casi me da un ataque): mi hijo completamente ignoró ese juguete nuevo que costó un ojo de la cara… En vez de eso, pasó dos horas transformando la caja de embalaje en un complejo sistema de túneles para sus autitos. Mientras observaba cómo perforaba agujeros con concentración quirúrgica, recordé algo que una maestra me dijo: ‘Los niños no necesitan que les enseñemos a ser creativos. Necesitan que no les tapemos esa luz’. ¿Cómo hacerlo sin volvernos locos en el intento?
El poder oculto del aburrimiento (sí, ese que nos aterra)
¿Recuerdas cuando de niños inventábamos juegos con tres piedras y una rama? Hoy nos angustia verlos deambular diciendo ‘no sé qué hacer’. Pero justo ahí es donde nace la magia.
Es en esos momentos de aparente vacío cuando su cerebro empieza a conectar ideas inesperadas.
¿Qué pasaría si encontramos valor en esas frases que tanto nos preocupan?
Propuesta práctica: Cuando digan ‘me aburro’, resistamos el impulso de ofrecer soluciones. En vez de eso, probemos con: ‘¿Y si juntamos estas tres cosas que no tienen relación?’ (una cuchara de madera, un calcetín viejo y unos lápices). Verás cómo inventan reglas para un juego nuevo en minutos.
¿Libertad total o estructura? El punto justo que pocos ven
Bueno, esto de la estructura y la libertad fue algo que me costó entender al principio…
Confesión de padre: Al principio pensé que dejarles hacer todo era la clave. Hasta que vi a mi hijo paralizado frente a cien bloques de colores sin saber por dónde empezar. La creatividad necesita rieles, no jaulas. No es lo mismo decir ‘pinta lo que quieras’ que ‘¿qué animales locos podrían vivir en un planeta de chocolate?’.
La fórmula que nos funciona: Ofrecer un desafío concreto (‘construye un puente para estos ositos’) pero dejando abiertos infinitos caminos. Así ejercitan la toma de decisiones sin sentirse perdidos. ¿Lo mejor? Cuando su solución es totalmente distinta a la queimaginábamos.
El error como semillero de ideas locas (y cómo reaccionar)
Esto duele admitirlo (y tengo la cara roja mientras lo escribo): ¿Cuántas veces he dicho ‘así no se hacer’ sin pensarlo? cuando mezclan los colores ‘incorrectamente’ o construyen torres que desafían las leyes de la física. Pero justo ahí está el secreto. Cuando un niño tira la torre por décima vez, no está fracasando: está recopilando valiosos datos para su próximo intento.
Cambiemos el ‘cuidado, se va a caer’ por un ‘¿notaste qué lado pesa más?’. Transformemos el ‘eso está mal’ en ‘¿qué descubriste que no funciona?’. Es increíble cómo este pequeño cambio de lenguaje los convierte en perseverantes investigadores en vez de buscadores de aprobación.
Los verdaderos termómetros de su creatividad (y no son las notas)
¿Cómo saber si vamos por buen camino? Fíjate en estas señales sutiles:
1. Cuando pasan minutos en silencio absortos en una actividad (ese momento sagrado donde está naciendo una idea)
2. Si piden materiales inusuales (‘¿me das tubos de papel higiénico para mi invento?’)
3. Cuando sus preguntas se vuelven cada vez más extrañas (‘¿si los perros hablaran, tendrían acento?’)
Kit básico para padres: tres verbos que cambian todo
Reemplacemos nuestro vocabulario:
– En vez de ‘Cuidado’ → ‘Prueba’
– En lugar de ‘Así no es’ → ‘Inventa’
– Cambiemos ‘Ya lo hago yo’ por ‘Descubre’
Esta semana, hagamos el experimento: Cuando veas que está a punto de equivocarse, contén el impulso de corregir. Quédate cerca para asegurar su seguridad física, pero déjalo explorar caminos ‘errados’. Te sorprenderá ver cómo una torre mal construida se convierte en el mejor telescopio para ver el jardín.
Esta semana, mi hija y yo construimos un cohete con una caja de zapatos. No era perfecto, pero su carita de orgullo mientras me explicaba cómo funcionaba… ese momento vale más que cualquier juguete caro.
La creatividad no es un don que se enseña, sino una luz que no se debe tapar. Nuestro único trabajo es darles espacio, materiales y palabras que no contengan miedo.
Source: Absci Accelerates AI-Driven Drug Discovery with Oracle and AMD, GlobeNewswire, 2025/09/11