Cuando el 95% de los proyectos fracasan, allí estamos las familias aprendiendo

Familia usando tecnología mientras comparten tiempo juntos

Leí que el 95% de los proyectos de inteligencia artificial no prosperan. La cifra podría sonar desalentadora, pero a cualquier padre le resultará familiar. ¿Cuántas apps familiares descargamos con ilusión para abandonarlas en silencio, verdad? ¿Cuántos métodos educativos probamos buscando ese equilibrio perfecto? Sin embargo, cada intento nos acerca un poco más a entender algo fundamental: la tecnología sirve cuando amplifica nuestra humanidad, no cuando intenta reemplazarla.

Enfocarse en el dolor que realmente importa

Familia organizando actividades en calendario digital

Los proyectos exitosos de IA resuelven un problema específico. En casa, hemos aprendido eso observando esos momentos críticos: la transición caótica entre el trabajo y la vida familiar, cuando todos necesitan atención a la vez.

Algunos padres descubren que preparar juntos la merienda crea un espacio de reconexión más valioso que cualquier algoritmo. Son esas soluciones sencillas, casi invisibles, las que tejen los lazos más fuertes.

Nuestros ‘expertos’ en IA miden menos de 1.40 metros

Las implementaciones tecnológicas triunfan cuando colaboran con quienes realmente usan el sistema. ¿Y nuestros expertos? Son esos pequeños que nos muestran apps que ni conocíamos y nos enseñan a ver el mundo con ojos curiosos.

Ahí reside la magia: en esa capacidad infantil para adoptar lo nuevo sin perder la capacidad de asombro. ¿No es eso justo lo que queremos preservar?

Pivotar con suavidad, como cuando cambiamos de estrategia a las 8 PM

Los buenos proyectos se adaptan constantemente. En familia, hemos rehecho horarios, replanteado normas y hasta reinventado tradiciones. Recuerdo cuando insistíamos en cenas perfectas hasta que comprendimos que lo esencial era estar juntos, aunque fuera compartiendo un sándwich en el suelo del salón.

La IA funciona igual: herramientas que hoy sirven, mañana pueden requerir ajustes. La clave está en mantener el norte: ¿esto nos acerca o nos distancia?

Los grandes cambios empiezan con micro-hábitos

Las implementaciones tecnológicas exitosas crecen orgánicamente. En casa, lo vemos con esas pequeñas tradiciones que introduces: una canción nueva para lavarse los dientes, un saludo especial al despertar.

Así funciona también con la IA: comenzar con una herramienta simple que resuelva una necesidad concreta. ¿Un recordador para las actividades escolares? ¿Un filtro para controlar tiempos de pantalla? Pequeños pasos que evitan la sobrecarga digital.

Celebrar los triunfos imperfectos

Familia celebrando pequeños logros cotidianos

En tecnología como en crianza, el éxito rara vez es perfección. Son esas semanas donde logramos más desayunos tranquilos que caóticos, esos días con menos pataletas que ayer.

Con la IA pasa igual: celebrar cuando ayuda a resolver un conflicto sin crear tres nuevos. ¿No es eso lo que realmente importa?

Medir el progreso en risas compartidas más que en porcentajes fríos.

Nuestro 5% particular: cuando la tecnología se hace invisible

Familia disfrutando tiempo sin dispositivos visibles

El verdadero éxito tecnológico ocurre cuando dejamos de notarlo. Como esas tardes donde una app nos permite organizar mejor el tiempo para terminar leyendo juntos en el sofá.

O cuando un asistente virtual gestiona tareas rutinarias y nos regala diez minutos extra para escuchar cómo fue el día del pequeño. En esos momentos, la IA cumple su mejor función: desaparecer para dejar espacio a lo humano.

Fuente: Only 5% Of AI Projects Succeed: 5 Unicorn Lessons For Entrepreneurs, Forbes, 2025-09-23

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