
¿Alguna vez has sentido esa pequeña punzada de duda al ver a tu hijo frente a una pantalla? Estás mirando los deberes del peque antes de dormir, ese cuaderno de mates que se resiste, y la luz de la pantalla refleja esa duda. ‘¿Qué hará la IA con la long division?’, piensas en voz alta. Yo me callo. Te he visto, cuando los niños duermen, revisar cuáles Apps de IA les enseñan mejor. ¿No deberíamos adaptar la IA a los niños, y no al revés? Esa misma pregunta que te haces mientras doblan esas fracciones, es la que nos une.
¿Robot o compañero de juegos?

El otro día, el peque le preguntaba a su asistente: ‘¿Por qué las estrellas son de colores?’. La respuesta fue impresionante, llena de datos, pero fue él quien luego dibujó a su astronauta. ¡Esa mirada! Esa que solo ellos tienen, cuando cuestionan tras la respuesta del robot. Eso es lo que no se puede automatizar. Ahí está el equilibrio.
Como la educación, esa paciencia con las preguntas incómodas, que es la misma que nos convierte, más que en padres, en guías.
¿Chats, sí, pero con quién hablan? Y más importante… ¿con quién no hablan?
Leemos esa noticia que da un poco de miedo: el 78% de los jóvenes temen que la IA manipule sus emociones. Pero luego recuerdo esa tarde cuando mi hija me dijo: ‘Prefiero hablar con mamá de mis problemas’. La clave: que la IA sea consulta, no consejo.
¿Qué preguntas nunca hacerle a una máquina? Recuerda cómo enseñaste: es necesario saber que no podemos ser la única fuente de respuesta. Pero sí, como siempre, tener la primera palabra.
La Búsqueda Creativa: Mitos y Tecnología

Un día, te vi a la niña, con la tablet. Y preguntaste: ‘¿Qué es mejor, que lea la historia de la IA, o que la invente?’. La tecnología debe ser un despertar, como la mitología que nos enseñó creatividad. ¡El truco está en usar la tecnología como trampolín para su imaginación!
¿Manual de la IA para padres? ¿Cómo empezar?

Hablemos como en la mesa familiar. Cuando el peque pregunta: ‘¿Puedo usar IA para la tarea?’, y respondes: ‘Solo cuando tengo la misma respuesta’. Esa presencia equilibrada que enseñamos, como en el pasado, ahora con los algoritmos, es la esencia.
Ese futuro que nos asusta, pero que es nuestro
El futuro no es la competición entre IA y la humanidad, sino qué materia prima elegimos para educar. Los niños necesitan ser más creativos, responsables, y usarla como puente, no como maestro.
La mejor tecnología no es la que más brilla, sino la que nos permite a los dos sentarnos, respirar, y ver que nuestros hijos saben buscar la respuesta en la vida, no solo en la pantalla.
