
¡Qué momentos más intensos esos silencios después de que los niños finalmente se duermen! En esa quietud de nuestra casa, algo siempre me llama la atención: cómo tú, aún cansada, te sientas en la mesa del comedor con el portátil. En esos momentos, veo los mismos pensamientos en tus ojos que siento en mi corazón.
¿Cómo guiar a estas pequeñas personas humanas a través de un mundo que cambia más rápido de lo que nunca imaginamos, cuando ya vamos vacíos de energía de nuestros propios días de trabajo? Especialmente cuando ese mundo está siendo transformado por algo tan increíble e intimidante como la inteligencia artificial.
La Chispa de la Maravilla
Recuerdas aquel día que llegaste del trabajo, exhausta de reuniones tras reuniones, pero aún encontraste tiempo para sentarte con nuestro más pequeño mientras descubrían ese juguete controlado por voz. La forma en que tu rostro se iluminaba tanto como el suyo cuando el robot respondía sus preguntas, la forma en que pusiste a un lado el estrés del trabajo para igualar su asombro puro.
Los observaba desde la puerta, no solo como padre, sino como alguien en admiración de tu capacidad para cambiar de engranajes tan completamente. No lo desestimaste como otro gadget más ni te apresuraste por él porque estabas cansada.
Y yo me quedaba observando, pensando en cómo esa simple sesión de juego era el mejor comienzo para entender el futuro que les espera. Es entonces que me doy cuenta de cuánto entiendes instintivamente que estos momentos no se tratan de máquinas: se trata de nutrir esa curiosidad humana innata que los llevará a través de cualquier futuro que hereden, sin importar cuán ocupados estemos.
El Zona Digital
Veo cómo has hecho que nuestras limitadas horas de fin de semana cuentas transformando la mesa del comedor en el ‘área digital’ de nuestra familia. Está cubierta de tus papeles de trabajo, sus libros para colorear y tu portátil, donde has marcado esas maravillosas aplicaciones educativas que descubriste durante sesiones de investigación nocturnas. Nunca simplemente les pasas una pantalla y ya está, ¿verdad? Siempre estás ahí, a su lado, descubriendo esos mundos juntos… aunque a veces diría que prefieras estar descansando (¡y no culpo!). Lo que más admiro es cómo has hecho que la tecnología sea una experiencia compartida en lugar de una distracción solitaria. He escuchado cómo explicas con paciencia a nuestro mayor cómo funciona el algoritmo de recomendación en su plataforma de aprendizaje favorita, transformando un momento casual en una lección sobre cómo las máquinas nos entienden. Incluso en esas tardes cuando traes trabajo a casa, encuentras alguna manera de tejer el aprendizaje en nuestra rutina familiar, mostrándome que el equilibrio no trata sobre la gestión perfecta del tiempo: se trata de presencia. ¡Esa es la verdadera magia de la paternidad en el siglo XXI!
Raíces y Alas
Hay una fuerza tranquila en la forma en que equilibras la adopción de la tecnología con preservar lo que más importa, especialmente cuando los plazos laborales se acercan. Como padre coreano-canadiense, a menudo me pregunto cómo mantener ese equilibrio entre la educación tradicional que valoramos y las nuevas realidades tecnológicas. ¡Es como fusionar el kimchi con el queso! He notado cómo guardas tus dispositivos sin dudarlo cuando es hora de nuestro paseo familiar nocturno o cuando nuestro hijo comparte algo importante de su día. Entiendes que estas pequeñas personas humanas necesitan tanto alas para explorar el frente digital como raíces para mantenerlas arraigadas en nuestra realidad compartida, incluso cuando gestionas presionantes responsabilidades laborales. Aquél día que dejaste tu almuerzo rápido y te sentaste con ella en el jardín, mostrándole fotos de las plantas coreanas que mi abuela solía cultivar… ese fue un momento de pura conexión, pasado y presente. No estás eligiendo entre el mundo natural y el digital; les estás mostrando cómo estos mundos pueden informarse y enriquecerse mutuamente, incluso en los momentos robados entre obligaciones laborales.
Ese equilibrio que mantienes entre tiempo frente a pantallas y tiempo en la naturaleza, entre conexiones virtuales y la cosa real que puedes sentir: esa es la sabiduría que veo en ti todos los días, incluso cuando te preguntas si estás haciendo suficiente.
El Futuro que Construimos Juntos
A veces, tarde en la noche, te encuentro investigando los últimos desarrollos de IA, no por preocupación, sino por curiosidad genuina sobre qué significa para el futuro de nuestros hijos. Lo que más amo es cómo siempre lo relacionas con nuestros valores, incluso cuando tu trabajo ha agotado la mayor parte de tu energía. No se trata de prepararlos para alguna revolución tecnológica que no podemos predecir: se trata de criar personas amables, creativas y resilientes que puedan navegar lo que venga, a pesar de nuestras propias luchas con el equilibrio vida-trabajo.
Les estás enseñando a ser usuarios de la tecnología, no usados por ella, mientras les muestras cómo navegar tu propia relación con el trabajo. Y en el proceso, creo que estamos aprendiendo estas lecciones justo junto con ellos.
Esa conversación que tuvimos el fin de semana pasado sobre cómo modelamos hábitos tecnológicos saludables: ese es el verdadero corazón de este viaje de paternidad. No se trata de tener todas las respuestas, sino de hacer las preguntas correctas juntos.
la tecnología más importante que les introducimos no es la inteligencia artificial: es la inteligencia del amor que nos conecta a todos, incluso en los días en que el trabajo hace que parezca imposible conectar en absoluto
Source: Wedbush Fund Advisers’ IVES AI Revolution ETF Surpasses $750 Million AUM, GlobeNewswire, 2025-09-23