
Imaginen esta escena: merienda a medio terminar sobre el mantel de cuadros, el móvil vibrando con recordatorios del colegio, y esos ojitos curiosos preguntando simultáneamente sobre cometas interestelares y por qué flotan las burbujas de jabón.
En este baile diario donde las pantallas se entrelazan con juegos tradicionales, surge esa pregunta que nos susurra al acostarnos: ¿cómo cultivamos curiosidad auténtica en un mundo digital?
Y es que, como padres que navegamos estas mismas aguas, ¡hemos descubierto algo increíble! Que la clave no es prohibir, sino transformar. ¡Déjame compartir contigo esas pequeñas victorias del día a día donde la tecnología deja de ser un muro y se convierte en el mejor puente hacia el mundo real!
Cuando el aburrimiento se transforma en semillas de creatividad

Recuerdo aquella tarde calurosa en la parada del autobús donde el tiempo parecía congelarse. Con solo una pregunta—’¿Cuántos patrones diferentes ves en las ventanas?’—ella convirtió las gotas resecas en mapas de reinos imaginarios.
Así descubrimos el poder de transformar la cola del supermercado en safari de envases (‘¿De qué país vendrá esta fruta?’) ¡o el manual del router en una misión para descifrar códigos secretos!
En esta era de respuestas instantáneas, hemos convertido en ritual dejar que las preguntas respiren. Como cuando los pequeños preguntaron por qué el pan se endurece y convertimos la cocina en laboratorio de texturas. Sí, quedó un campo de batalla con migajas de chapata por doquier, pero entre la harina en los marcos de fotos surgió más aprendizaje que en tres horas de video educativo.
Tecnología como brújula, no como destino final

‘¡Mira, este mapa dice que Júpiter está justo ahí, al lado de nuestro balcón!’. ¡Fue un momentazo! Ese descubrimiento nos llevó a arrastrar las mantas fuera, muertos de la risa, para buscar constelaciones…
Así usamos las pantallas ahora: como guías para aventuras fuera de la pantalla.
El secreto está en ese ‘¿Qué pasaría si…?’ que transforma el consumo pasivo en creación. Cuando un documental sobre abejas inspiró construir hoteles de insectos con palitos del parque, la pantalla se apagó para dar paso a dedos pegajosos de pegamento y ramitas esparcidas sobre periódicos.
Equilibrio frágil y hermoso: ver tutoriales de origami en YouTube para luego ahogar la mesa en papeles de colores hasta crear nuestra bandada de grullas imperfectas.
De espectadores a exploradores: Matemáticas como expediciones

Hubo un domingo memorable donde una torre de bloques se derrumbó por sexta vez consecutiva. Antes de que nacieran las lágrimas, ella se arrodilló y susurró: ‘¿Qué tal si construimos algo que sobreviva al terremoto de papá?’ mientras sacudía levemente la mesa.
De pronto los niños eran ingenieros contra la gravedad usando libros como contrapesos creativos. La torre más torcida del mundo se convirtió en lección de resiliencia compartida.
Ahora transformamos problemas matemáticos en búsquedas del tesoro donde cada error es nuevo sendero descubierto. Los conceptos básicos de programación se convierten en ‘recetas mágicas’ para hacer bailar juguetes robóticos. Y cuando los experimentos fracasan—como aquel volcán casero que apenas erupcionó—lo llamamos ‘pura ciencia revolucionaria’ entre risas que borran cualquier decepción.
El verdadero poder educativo está en nuestras manos
En este camino descubrimos algo fundamental: la tecnología educa mejor cuando nos involucramos activamente. No se trata de vigilar, sino de acompañar. Como cuando ayudamos a investigar sobre dinosaurios para luego imitar sus huellas con plastilina. O cuando transformamos aplicaciones meteorológicas en excusas para dibujar nubes en el balcón.
La próxima vez que tus pequeños pregunten ‘¿por qué…?’, prueba soltar tu móvil un momento y responder: ‘Vamos a descubrirlo juntos’.
Y no importa si la respuesta no es perfecta, ¡qué va! Lo que de verdad quedará grabado a fuego en su corazón es ese viaje que hicieron juntos. Ese recuerdo se convierte en su mapa, en su brújula emocional para toda la vida.
Fuente: Here’s what sets apart the top companies most ready to thrive in the age of AI — and U.S. tech is leading the way, Fortune, 2025-09-15.
