
¿Recuerdan esa noche interminable donde su hijo les cuestionó por qué la luna nos sigue al caminar? O cuando desarmó el mando de la televisión buscando «las voces escondidas». Detrás de esos momentos que prueban nuestra paciencia, late la misma chispa que impulsa los avances en inteligencia artificial: esa curiosidad inquebrantable. Los creadores de las tecnologías del futuro fueron niños que exploraron el mundo con ojos llenos de «¿por qué?». Y hoy, como padres que acompañamos a nuestros pequeños en esta era digital, tenemos el privilegio de alimentar esa llama.
Aprendiendo a Prueba y Error: Como los Algoritmos
Cuando nuestra pequeña prueba qué juguete flota mejor en la bañera (su hipótesis: el patito de gana al barco), está haciendo lo mismo que un modelo de aprendizaje automático. Cada pieza de construcción que cae ajusta su próximo intento: instintivamente ensancha la base.
En el mundo tecnológico lo llaman «aprender de los errores». Nosotros, mientras recogemos bloques del suelo, lo vivimos como paternidad en estado puro.
Así, sin darnos cuenta, fomentamos habilidades clave:
- Adaptabilidad
- Análisis de patrones
- Resiliencia
¿El truco? Responder al décimo «¿por qué funciona así?» con un nuevo «¿tú qué crees?». Y turnarse con la pareja para mantener la cordura.
La verdadera IA del futuro nace de conversaciones en el parque
Robots de Cartón y los Primeros Diálogos con la IA
Ese «robot» que armaron con cajas de cereal es su primer prototipo de inteligencia artificial. Cuando le asignan tareas ridículas («Mamá-robot, ¡haz volar mi pan tostado!» o «Papá-robot, convierte la ensalada en chocolate»), están explorando la interacción humano-máquina. Jueguen al despiste: «Error: se necesita mermelada como combustible».
Estos juegos desarrollan el pensamiento computacional:
- Secuenciar acciones
- Corregir fallos («¿Y si la torre se cae? rediseñemos los cimientos»)
Ayer, mi hija «reprogramó» la rutina de lavarse los dientes para incluir «descansos para bailar». ¿Agotador? Sin duda. Pero cuando incluyó «rescates de peluches en apuros» (¡y eso que apenas dormíamos!), entreveíamos al futuro ingeniero que podría crear tecnologías con corazón.
Lo que un Niño nos Enseña sobre Ética Digital
«¿Por qué el asistente virtual no puede decir cosas feas?». La pregunta de mi hija durante el trayecto al colegio me hizo reflexionar. Los niños intuyen aspectos éticos que nosotros discutimos en reuniones técnicas. Les reté: «¿Qué reglas pondrías en un robot?».
Desde disputas por juguetes («¿Cómo debe compartir si otro le pide ayuda?») hasta debates sobre justicia («Si Pedro come dos galletas, a todos nos tocan dos»), ellos crean algoritmos morales con su lógica de «si-entonces»: «Si el robot empuja, entonces Luis llora».
Jardines de Concreto y Neuronas que Crecen
Equilibrar pantallas con barro en las rodillas es nuestro desafío generacional. Sí, existen apps que introducen a la programación, pero nada reemplaza observar hormigas construyendo caminos bajo el sol.
Creamos «misiones científicas» caseras: «Encuentren tres objetos que podrían ayudar a abrir el tarro de la abuela». Sus soluciones (guantes de cocina con gomas elásticas) demostraron una creatividad que ninguna IA podría replicar.
Las predicciones del tiempo dibujadas en el cristal se convierten en lecciones de meteorología al ver las nubes reales. Mi momento de orgullo: diseñaron un «sensor de abrazos» con materiales reciclados que «suena cuando alguien necesita compañía».
Tomen nota, empresas tecnológicas: la innovación con humanidad empieza aquí. Esa misma curiosidad que hoy moja nuestros pasillos mañana diseñará hospitales con alma.
Fuente: High Growth Tech Stocks To Watch In Asia September 2025, Finance Yahoo, 2025-09-14