
En ese silencio tras el día agitado, donde los niños ya descansan, nos surge esa pregunta que a todos nos ronda: ¿cómo asegurar que la IA no sustituya la curiosidad natural de nuestros hijos? No se trata de miedo, sino de acompañar.
Con pequeños gestos diarios, podemos transformar respuestas instantáneas en oportunidades para preguntar, analizar y soñar.
Las respuestas de la IA: Cuando la certeza oculta preguntas ocultas

Cuando un niño mira la pantalla y dice ‘la IA dijo así’, ¿cómo respondemos?
A veces es tentador aceptar la respuesta como verdad absoluta pero, ¿y si le enseñamos a no aceptar todo sin cuestionar? ‘¿Estás seguro?’, ‘¿podemos comprobar esto con otro sitio?’, son preguntas que alentamos. ¡Imaginen la chispa en sus ojos cuando desafían una respuesta!
Esas simples dudas son semillas de pensamiento crítico. No es rechazar la IA, sino jugar con ella como un aliado.
El juego de las preguntas: No hay respuestas ‘buenas’ o ‘malas’

Dejar que un cuento termine con un final nuevo, que cambien la historia y pregunten: ¿qué pasaría si…?. En eso radica la magia.
A veces la respuesta más importante es la pregunta que surge después. ‘¿Debería haber hecho esto de otro modo?’
No se trata de saberlo todo, sino de sentir el placer de cuestionar. Y sí, hay días que nos cansamos, pero en esos momentos, miramos sus ojos llenos de curiosidad y recordamos:
La duda es su mejor amiga
Espacio para respirar: La curiosidad necesita tiempo y errores

Dejar que los niños prueben, fallen y vuelvan a intentar es parte del proceso. ¿Por qué no funcionó? es la mejor pregunta que pueden hacer.
Usar la IA no como una respuesta final, sino como un punto de partida. ‘Hola, IA, ¿cómo se explica este fenómeno en otros contextos?’
Así, cuando digan ‘pero la IA dijo que…’, respondemos con calma: ‘¡Vamos a descubrirlo juntos!’
Source: AI challenges the dominance of Google search, BBC, 2025-09-15Latest Posts
