
¿Qué les queda cuando la IA sabe todo? ¿Recuerdan esa última pregunta del día? La que nos lanzan dos minutos antes de dormir, cuando la mente está cansada pero el corazón sigue vivo. ‘¿Por qué el cielo es azul y no morado de chispitas?‘ La IA puede responder en milisegundos. Pero ¿qué pasa cuando el niño pregunta, como hace dos días, ‘¿Por qué lloramos cuando nos reímos mucho?‘. Ahí, buscando sus ojos, nos dimos cuenta: estamos criando para un mundo donde las respuestas abundan, pero las preguntas auténticas son escasas… y preciosas.
La creatividad que no viene en la caja de la IA
Observa la próxima vez que se detenga frente a una máquina de zumos. Mientras la mayoría aprieta botones para ver qué pasa, el niño que negocia con el plástico es el que imagina caminos. ¡Ahí crece el futuro! La IA, diseñada, optimizada. Pero ¿qué pasa cuando el niño pregunta: ‘¿Y si le digo que no tengo tarjeta?‘.
«Esas preguntas sin respuesta, las que duelen, son las que la IA no puede entender, pero el corazón humano puede abrazar.»
¿Por qué las emociones son el futuro código?
En la cena, cuando la pequeña comenta ‘¿Los ojos de los perros buscan palabras como nosotros?‘, lo sabemos: ¡queda todo por ganar, corazón! La IA no puede entender que perder un momento juntos es perder un pedazo del corazón. Y no debe.
¿Cómo enseñar respuestas, si las preguntas cambian?
Lo que queda es ser jardineros, no programadores. Regar, sí, pero también dejar espacio para que crezcan. ¿Qué podemos hacer cuando el niño llora? Mirar a los ojos y decir: ‘No sé, pero lo descubriremos juntos, corazón’.
Fuente: Two strategies to succeed when AI seems to be eroding jobs around you, Idratherbewriting, 2025-09-27