
¿Recuerdan ese momento entre el bullicio de la cena y el cansancio acumulado, cuando los pequeños preguntan a los altavoces inteligentes por qué los gatos ronronean o cómo se hacen los arcoíris? A mí, la verdad, me fascina ver cómo dan por hecho que estas voces digitales tienen todas las respuestas del universo. Últimamente he observado cómo sus ‘¿cómo funciona esto?’ son un eco de esas conversaciones sobre la IA que están por todos lados.
Mientras apagamos luces entre cuentos y cables de tablets, pienso: ¿y si tratamos esas preguntas tecnológicas no como interrupciones, sino como oportunidades para sembrar curiosidad juntos?
Pequeños detectives digitales: ciencia entre preguntas
¿Te ha pasado que al explicar cómo funciona el reconocimiento de voz, terminan imitando a los robots con risas contagiosas? Foros tecnológicos hablan de ‘IA conversacional’, pero en casa vivimos versiones más tiernas. Cuando Alexa confunde ‘lavamanos’ con ‘laberintos’, ¿qué tal si preguntamos primero: ‘¿por qué crees que se equivocó esta vez?’?
Esos momentos donde la tecnología tropieza se vuelven clases prácticas sobre límites digitales. Juntos, nos convertimos en investigadores de fonética casera, analizando errores entre sonrisas. La seguridad digital comienza así: comprendiendo que hasta las máquinas más listas tienen fallos, igual que nosotros.
Lápices y algoritmos: crear entre mundos

El otro día me quedé pensando al verlos dibujar robots ayudantes con tizas en el patio, explicando cómo los programarían para repartir abrazos. Ese cruce entre lo físico y lo digital tiene algo especial. Cuando descubren herramientas de IA para crear arte, podemos proponer: ‘¿y si hacemos nuestra versión con plastilina y después la comparamos?’.
La magia no está en elegir entre pantallas o juegos al aire libre, sino en dejar que cada mundo alimente la curiosidad del otro. Actividades prácticas que mezclan tecnología con elementos cotidianos acaban siendo las que de verdad dejan huella.
Semillas para futuros innovadores
Aquel agotador ‘¿por qué el cielo es azul?’ repetido durante el baño nocturno al principio me desesperó. Pero luego entendí: ¿acaso no estábamos ejercitando su pensamiento crítico mejor que cualquier aplicación educativa? Esos rasgos que las empresas tecnológicas buscan en la IA -curiosidad, capacidad de experimentar- florecen en las charlas casuales de casa.
Cuando prueban cuántas preguntas seguidas pueden hacer hasta que papá responda con voz de robot, no están siendo pesados. Están investigando patrones de lenguaje con su científico favorito: tú. Cada ‘¿y si probamos esto diferente?’ los prepara para interactuar con las herramientas del futuro desde la creatividad y no solo el consumo.
Seguridad con confianza: tecnología que acerca
¿Cómo hablar de privacidad con quien aún cree que las cajitas parlantes tienen haditas dentro? Comenzamos con analogías simples: ‘Igual que no daríamos nuestras llaves a un extraño, ¿qué información crees que deberíamos proteger?’. Herramientas seguras de IA para niños no son solo controles parentales, sino conversaciones constantes.
Cuando instalamos esa nueva app educativa, ¿qué tal si primero exploramos juntos sus ajustes? Así transformamos la seguridad digital en un hábito natural, no en prohibiciones abruptas.
La verdadera protección nace de entender, no de temer.
Fuente: Samsung Electronics Opens Samsung AI Forum 2025, News.samsung.com, 2025-09-15.
