
¿Y si el próximo ‘sí, quiero’ de tu hijo es con la tecnología que cambia el mundo?
Leer que Nike busca jóvenes capaces de enseñar a las máquinas a pensar despierta una sonrisa de esperanza: las empresas anhelan mentes que construyan desde la raíz y compartan lo que descubren. Imagina trasladar esa energía al comedor de casa, convertido en taller de preguntas sin respuesta fácil y de valores que no se apagan cuando la pantalla se cierra.
¿Cómo aprender como quien arma un mosaico en casa?
En la sede mundial de Nike, los pasantes no solo codean; traducen datos en historias que impulsan la sostenibilidad y la accesibilidad. El truco, según la convocatoria, es mezclar curiosidad, comunicación clara y negociación de ideas; ingredientes que podemos cocinar en casa con la misma calma que si preparáramos una sopa de verduras, como la que hace la abuela: cada tallo de aprendizaje aporta sabor.
Los ojos chicos también miran el futuro. Un estudio IEEE con 350 líderes tecnológicos señaló que, por segundo año, la inteligencia artificial supera al resto de innovaciones en importancia. ¿Cuál es el mensaje para padres? Que la materia prima de la próxima década ya está en la mochila que cuelga junto a la puerta.
Pista de carrera familiar. La próxima vez que tu peque te pregunta por qué el cielo es azul, devuélvele la pelota: “¿Qué datos recopilarías para averiguarlo?” De entrada, la conversación suena a juego, pero va sembrando el hábito de preguntar, observar y probar: la base de todo proyecto que luego lucirá en un portfolio de pasantías.
¿Aprender código o aprender a ser? La clave en la crianza con IA

Los requisitos de Nike mencionan plataformas como Databricks y Spark, pero resaltan algo que las máquinas no certifican: la capacidad de contar con claridad lo que ocurre tras los números. La parte humana se entrena lejos del teclado, en tardes de Lego voladores o cuentos inventados al vuelo.
Sin presiones de academia. No necesitas apuntar al hijo a diez talleres. Los investigadores que modelaron 25 algoritmos para predecir colocación laboral de informáticos coinciden: la motivación auténtica y la práctica libre superan la lista de diplomas. Grande es quien comparte, no quien acumula.
Reutiliza la caja de zapatos. Conviértela en ‘central de datos’: dentro caben frijoles que se cuentan, colores que se clasifican, tiempos que se cronometran. El proyecto dura lo que un merienda-cuentos y, de paso, los más pequeños tocan el ciclo completo: juntar datos, entenderlos, decidir y explicar.
¿Cómo fomentar resiliencia en la nube y en la acera?
El internship dura entre ocho y diez semanas; los desafíos, toda la vida. Otra investigación sobre productividad concluye que los algoritmos ayudan cuando la gente no teme equivocarse, porque el error alimenta la mejora. Traslada la receta a la rutina escolar: celebrar el error cuando algo no sale refuerza la confianza mejor que cualquier modelo predictivo.
Rincón de recuperación. Cuelga una cartelera donde fallen pegatinas de ‘bugs’ o ‘metas caídas’. Cada semana se retiran las que ya se solucionaron. Ver a la familia entera en ‘modo debugging’ normaliza la imperfección y enseña a los niños que la inteligencia artificial también aprende ensayo y error, igual que ellos.
Técnica doble-A: Acompañar y Aplaudir. Cuando tu hijo quiera seguir el hilo de un video sobre gráficos 3D, siéntate con él, pregunta qué le sorprende y aplaude la observación, no solo el resultado. El gesto convierte la pantalla en puente, no en barrera.
¿Cómo sembrar valores que no necesitan actualización con IA?
Nike subraya el acceso equitativo: usar la IA para que nadie se quede afuera. Transfiere la misión a casa con pequeños actos: participar en una colecta de juguetes o elegir juegos que incluyan personajes diversos refuerza la idea de tecnología al servicio de la comunidad, no al revés.
Juego rápido de mesa. ‘Zapatilla justa’. Cada jugador propone una mejora para la casa o el parque usando solo materiales reciclados. Se vota y, al final, se construye. Esta dinámica, ¡vaya que ejercita la creatividad y empatía!, dos competencias que ni la nube más potente reemplazará.
Rezo silencioso, espera ruidosa. Antes de dormir, un minuto para agradecer los logros del día alienta la mirada positiva. Luego, deja que el peque cuente en voz alta qué le gustaría resolver mañana: un río de esperanza donde flota la convicción de que su idea vale, hoy y dentro de diez años.
¿Cuál es el plan de vuelo hacia la pasión sin prisa?
La ingeniería en aprendizaje automático empieza con tijeras, moho de pan y preguntas que suenan a canción. No hay cronometraje: lo valioso es descubrir que aprender es un ciclo, no una carrera contra el reloj.
Mapa de rutina. 1) Crea un ‘espacio inventorio’: caja con piezas sueltas, luces LED, cinta. 2) Establece regla de oro: cuando algo no funciona, se documenta con dibujo antes de desarmar. 3) Celebra mini-lanzamientos: una tarde de ‘feria de prototipos’ donde el resto de la familia pregunta, toca y firma una hoja de comentarios. Al repetir el ciclo, la curiosidad se hace músculo.
¿Por qué no probar? Esta semana regala a tu hijo un cuaderno pequeño titulado “Laboratorio de preguntas”. Cada vez que surja un ‘cómo’ o un ‘por qué’, se anota un dibujo o palabra clave. El domingo, eligen una para investigar juntos con la regla del FBI: buscar, filtrar, ilustrar. ¿No es maravilloso? Así, sin notarlo, la IA se convierte en cómplice de sus descubrimientos. ¿Qué pregunta investigarán juntos este domingo?
