
¿La IA ayuda o perjudica el pensamiento crítico infantil?
¿Y si ese atajo tan brillante que parece salvar tiempo terminara quitándoles a nuestros hijos la oportunidad de ejercitar lo más poderoso que tienen: su mente? Una de las voces más sonoras en este debate advierte que la irrupción de la inteligencia artificial en las aulas puede estar debilitando la capacidad de pensar de manera crítica. En un mundo que avanza a pasos gigantes hacia lo digital, la gran pregunta es: ¿cómo aseguramos que los niños no se conviertan en pasajeros pasivos, sino en navegantes activos de su aprendizaje?
¿Qué dicen las críticas sobre la IA en la educación?

Algunos activistas advierten que si un adolescente se apoya demasiado en estas herramientas para que piensen por él, su cerebro —que aún está en plena etapa de desarrollo y poda neuronal— puede terminar limitado. ¡Y ojo! No son los únicos que lo piensan. Incluso en universidades de prestigio, como Stanford, hay investigadores que dudan de si tanta inversión en tecnología educativa realmente está mejorando las escuelas. ¡Sí, hasta ahí llegan las dudas!
La idea de fondo es bastante clara: el cerebro necesita desafíos. Igual que un músculo que se atrofia cuando no se usa, la mente infantil requiere fricción, errores, intentos y correcciones. La comodidad de un clic puede estar robándoles la oportunidad de aprender a resolver problemas reales, de equivocarse y crecer con ello. ¿Queremos que las generaciones futuras piensen por sí mismas o que simplemente aprendan a seguir instrucciones de una máquina?
¿Cómo afecta la IA al pensamiento crítico según estudios?

Distintos estudios recientes confirman estas preocupaciones. Una investigación publicada en Societies señala que el uso frecuente de herramientas de IA fomenta un fenómeno llamado cognitive offloading: delegar demasiado en la máquina, lo que reduce el compromiso personal con el pensamiento crítico (fuente). Otra investigación del MIT Media Lab mostró que usuarios habituales de ChatGPT tendían a escribir con menos esfuerzo con el tiempo, copiando y pegando más, y con menor actividad cerebral (fuente).
Dicho de forma sencilla: cuanto más confiamos en estas herramientas, más fácil es que nuestra mente se relaje demasiado. Y el riesgo es perder la chispa del análisis, de preguntar “¿por qué?” y “¿qué pasa si…?”. Esa chispa es justo la que necesitamos que nuestros hijos cultiven.
¿Cómo equilibrar tecnología y pensamiento crítico?

Aquí es donde muchos padres sentimos la tensión: por un lado, no queremos que nuestros hijos se queden atrás en el uso de nuevas herramientas; por otro, tememos que dependan tanto de ellas que olviden usar sus propias cabezas. Es como cuando mezclamos kimchi con maple syrup: puede sonar raro, pero el equilibrio entre lo nuevo y lo tradicional a veces da resultados sorprendentes. Con la IA pasa lo mismo: no se trata de eliminarla, sino de integrarla con criterio.
Podemos permitir que los niños usen IA para inspirarse, siempre y cuando también tengan momentos para dibujar sus propias ideas, escribir con lápiz en un cuaderno, o resolver dilemas sencillos sin ayuda externa. ¿No es esa sensación de orgullo cuando resuelven algo por su cuenta simplemente increíble? Esos momentos son los que fortalecen la musculatura mental.
¿Juegos que estimulan el pensamiento crítico?

Un ejercicio sencillo: inventar una historia en familia. Primero, que cada miembro aporte una frase sin consultar nada. Luego, si quieren, usar una herramienta de IA para añadir un giro inesperado. Al final comparar: ¿qué fue más divertido, lo que salió de nuestra imaginación o lo que sugirió la máquina? Muchas veces los niños se sorprenden al descubrir que sus inventos son más ingeniosos que lo que ofrece la pantalla.
Recuerdo cuando mi hija probó algo así: lanzó una idea disparatada y luego pidió a la IA que añadiera otra. ¡Su carita de sorpresa lo decía todo al darse cuenta de que lo suyo era mucho más divertido! Ese tipo de dinámicas convierten a la tecnología en un compañero de juego, no en un sustituto. Y transmiten un mensaje poderoso: su creatividad propia es valiosa, insustituible y merece ser cultivada.
¿Qué futuro queremos para el pensamiento crítico infantil?

Los expertos advierten que “los cerebros en desarrollo están en mayor riesgo” si se abusa de la IA en etapas tempranas. Esa frase debería resonar en nosotros como un recordatorio de que el futuro de nuestros hijos no depende de cuántas aplicaciones manejen, sino de cuán capaces sean de pensar, discernir y crear por sí mismos.
Como padres podemos sembrar hábitos que equilibren lo digital con lo tangible: tardes de manualidades, caminatas donde se invita a observar y preguntar, pequeños retos de lógica sin pantallas. Son esas experiencias las que dejan huella, las que entrenan la mente para ser resiliente y curiosa.
La IA puede ser útil, por supuesto, pero nunca debería reemplazar la maravillosa aventura de aprender pensando. ¿Qué valores queremos que nuestros niños lleven al mundo adulto? ¿La capacidad de responder preguntas rápidamente con tecnología, o la sabiduría para formular las preguntas correctas? Y quizá ahí esté la gran lección: enseñar a nuestros hijos que la tecnología es como una linterna que alumbra el camino, pero la brújula —el pensamiento crítico— está dentro de ellos. Mañana, cuando veas a tu hijo crear algo sin pantallas, sentirás esa chispa que ninguna IA puede igualar.
Fuente: The AI Threat To Critical Thinking In Our Classrooms, Daily Caller, 2025-08-24
