
Recuerdo aquella noche en la que tuve que elegir entre la tecnología y el corazón. La fiebre de nuestro pequeño nos había despertado, y ahora estábamos ahí sentados, con el termómetro en una mano y el celular en la otra. Esa luz azul nos daba información, pero también nos distanciaba del momento. ¿Qué haríamos, cariño, si esta aplicación marca ‘urgente’ pero nuestro instinto dice que esperemos? Ese silencio me hizo preguntar: ¿qué pesa más, el algoritmo de un doctor digital o el latido de dos padres que conocen cada susurro de su hijo?
el doctor digital que nos mira pero no ve
Hay veces que te observo buscar respuestas en esas pantallas infinitas, y siento esa mezcla tan familiar: admiración por tu dedicación, pero también preocupación. La IA nos receta las preguntas correctas, como un médico despersonalizado, pero no es tu abuela que te prepara un té de manzanilla cuando el dolor de garganta llega.
Y hablando de esos matices… ¿Sabría distinguir esa pausa que haces, cariño, cuando nuestro hijo dice ‘no me duele nada’ pero en realidad quiere decir ‘deja de preguntarme’? Ese instante, ese matiz que solo se lee con el corazón, no con la cámara frontal.
¿Qué haríamos, querida, cuando esas aplicaciones dicen ‘urgente’ pero nuestro instinto susurra ‘espera’? La tecnología nos ayudará, pero nunca podrá esto: el momento en que nuestro hijo pequeño te dice que le duele el corazón, y tú te acomodas en su cama para escuchar lo que no se ha dicho.
Las herramientas pueden ayudar a despejar dudas, claro, pero ninguna alivia la angustia que nos lleva a consultarlas una y otra vez.
cuando la pantalla no puede entender el corazón
tres cosas que aprendimos al lado de la tecnología
- La herramienta, no el oráculo – Esa noche de fiebre, miramos sus ojos antes del termómetro y supimos que solo era resfriado.
- El protocolo del abrazo – Cuando la app marcaba urgente por un malestar leve, abrazarla calmó su miedo más que cualquier diagnóstico.
- La enseñanza como aliada – Usamos datos para enseñarle a su cuerpo, como explicar que la fiebre es su defensa natural.
la fogata y el camino que seguimos
La tecnología puede ser como una linterna potente, pero no hay luz que reemplace el calor de nuestra familia. Tú, querida, estás en el centro: equilibrando esa destreza que solo las madres tienen.
Al final de la noche, cuando los niños duermen, nos quedamos compartiendo todo lo que no se puede medir con algoritmos. Todo lo que vale la pena.
Source: Muiris Houston – Dr Bot, Irish Times, 2025-09-27