¿Respuestas fuera de la pantalla? Cómo criar curiosos en la era de las IA invisibles

Familia conversando sobre curiosidad infantil y IA invisible

La casa está quieta. Los pasos de los niños se han apagado con el sueño, y ahora solo escuchamos el susurro del aire acondicionado.

En el silencio, recuerdo cómo hace una hora un niño preguntó con curiosidad: ‘¿Por qué el cielo es azul?’. Antes de que pudiéramos responder, la inteligencia artificial lo hizo. ¿Te acuerdas? Esa pregunta llegó directo a la nube.

En ese momento, me di cuenta: la inteligencia artificial ya no está en nuestras pantallas; está en el aire que respiramos. Y surge la duda: ¿cómo nutrimos su curiosidad si las respuestas ya no vienen de nosotros, sino de un susurro invisible? ¿Te ha pasado que…? Confieso que al principio me asustó

Hoy, quiero compartir lo que hemos aprendido: que la curiosidad no nace de los algoritmos, sino de los brazos que la rodean.

La magia que ya no necesita pantallas

Niño explorando sin pantallas

Recuerdas cuando un niño pasa horas sentado en el suelo, explorando libros de geografía, señalando ríos y montañas con un dedo curioso? Ya no son solo las páginas impresas las que lo atraen.

Hoy, si toca una mesa inteligente y pregunta ‘¿De dónde nace el río Amazonas?’, la respuesta llega en segundos, con mapas animados y voces suaves. Pero, ¿sabes lo que es más hermoso? Ver cómo su curiosidad no se detiene en la pantalla.

Mientras la IA explica, mira hacia la ventana y empieza a tejer nuevas preguntas: ‘¿Y cómo es el agua que viene de la montaña, papá?’. En esos instantes, la IA no es un reemplazo, sino un puente que abre ventanas al mundo real.

La tecnología quita la carga de la respuesta ‘correcta’, dejando espacio para que creamos juntos la aventura de entender. Como si la IA nos devolviera el tiempo para mirarnos a los ojos y descubrir la magia de preguntar.

Y lo más apasionante es que esto no solo ocurre con un niño. Otros niños en la escuela también usan tablets y asistentes, pero al juntarse, ya no es solo ‘¿qué dijo la IA?’, sino ‘¿qué crees tú?’

Las preguntas se vuelven más auténticas, humanas, porque la respuesta se teje entre risas y decisiones compartidas. Es allí donde aprenden a pensar, no solo a recibir.

La magia de la IA invisible no está en las respuestas, sino en cómo nos libera para crear preguntas más profundas juntos.

Preguntas que solo nosotros podemos responder

Padre e hija hablando de preguntas humanas

En un mundo donde casi todas las preguntas tienen respuestas programadas, hay algunas que solo nosotros podemos dar. Cuando un niño, con los ojos llenos de emoción, pregunta ‘¿por qué hay tanta gente que no tiene un hogar?’, una búsqueda en línea podría dar datos fríos sobre pobreza.

Pero en ese silencio de la noche, puede ver en los ojos de quien le responde la compasión, escuchar una voz temblar al decir: ‘la vida no es justa, pero podemos ayudar’. Esas preguntas que desafían a los algoritmos solo tienen sentido cuando se responden con corazón.

Y aunque el mundo se automatice, fomentar la curiosidad es dar espacio a la conversación, a la incertidumbre compartida. Al debatir sobre la soledad, la felicidad, la amistad: son preguntas que la IA no puede responder, porque requieren de nuestra humanidad.

Esos momentos, sentados juntos en la oscuridad, crean un puente entre las preguntas del niño y la ternura del corazón. Siempre hay un momento que te conmueve: cuando el niño pregunta ‘¿qué es un abrazo?’, y quien responde mira sus ojos, dice: ‘Es cuando alguien te cuida con sus brazos’.

La tecnología no puede replicar ese calor. La curiosidad no solo conoce datos, sino emociones.

Y en ese espacio invisible, construimos la fuerza para seguir preguntando juntos.

La conexión invisible que nos une

Familia conectada por la curiosidad

Ahora, cuando un niño pregunta ‘¿qué es el amor?’, no buscamos las palabras exactas en la red. Nos miramos a los ojos y nos tomamos de la mano. No hay algoritmo que replique la confianza de que juntos, sin respuestas perfectas, construimos su futuro.

La verdadera inteligencia artificial que debemos cultivar está en ser humanos frente a la incertidumbre.

Hoy, en el silencio de la casa, cada ‘¿por qué?’ es una invitación a cercanía. Ser refugio, compañero, mano que sostiene.

Se crecen curiosos con más conexión, no más respuestas.

Source: Judge of the Day: Chai’s Roger Rohatgi sees AI shaping life beyond the screen, The Drum, 2025-09-15

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