
Hoy amaneció con ese cielo cubierto que tanto nos gusta aquí, ese aire fresco que hace que los pasos hacia la escuela se sientan más lentos, más conscientes.
Mientras caminábamos por esa calle donde siempre huele a pan recién horneado y se oyen risas de patinaje en el parque cercano, mi pequeña, en esa edad mágica donde cada ‘¿por qué?’ es una semilla de curiosidad, me agarró la mano y dijo:
el futuro de nuestros hijos no se mide en currículums, sino en corazón
¿Cómo impacta la automatización laboral en nuestros hogares?

Últimamente, los titulares nos golpean como ola en la costa: ‘AI devora puestos de trabajo’, ‘La automatización frena contrataciones’. ¡Uf! Como padres, especialmente aquí donde el desempleo juvenil siempre nos ha tenido con el alma en vilo, es fácil caer en el miedo. Me senté esa mañana con mi café humeante –sí, ese que saborea mejor en la tranquilidad después de dejarla en la escuela, a dos pasos de casa– y pensé: ‘¿Qué mundo le espero a mi artista en ciernes?’. Pero luego recordé algo vital: los titulares son como las primeras hojas del otoño… bonitas, sí, ¡pero no cuentan la historia entera del árbol!
¿Sabías que un estudio analizó millones de ofertas laborales? Descubrió algo genial: las tareas repetitivas sí se automatizan, pero brilla lo humano. Imagina esto: no es que los robots ‘saquen’ a las personas, sino que redefinen qué significa ‘trabajar’. Aquí, donde valoramos tanto la siesta creativa como el trabajo honesto, esto tiene un sabor especial. ¿Recuerdas cuando el primer ordenador llegó a la oficina? ¡Pensamos que todo cambiaría! Pero terminamos usando esa tecnología para conectar más, no para aislarnos. La verdadera transformación nunca está en la herramienta… sino en cómo la usamos para servir.
¿Tareas automatizables o habilidades humanas imprescindibles?

Amigos, aquí está el quid del asunto: estamos obsesionados con ‘qué puesto tendrá mi hijo’, pero debemos preguntarnos ‘¿qué semillas humanas estoy cultivando hoy?’. La IA, ¡ay!, no amenaza a las personas…¡amenaza a las tareas repetitivas! Pero ¿sabéis qué no puede copiar? El abrazo de consuelo cuando se caen en el parque, la chispa al compartir un churro con amigos, o la magia de inventar historias mientras pintan. Precisamente hoy, mientras mi pequeña decoraba su cuaderno con dibujos de ‘robots amables’ que ayudan a las abuelas a cruzar la calle y saboreábamos unas galletas con kimchi, ¡entendí la solución!
Una investigación de PwC lo dice claro[1]: incluso en empleos ‘automatizables’, quienes dominan habilidades como el pensamiento crítico o la empatía no solo sobreviven, ¡sino que brillan! Por eso, cuando veo a mi niña resolver conflictos en el patio (¡’¡No es justo, Pedro se quedó con el último columpio!»), celebro. Esas no son ‘pequeñas peleas’… ¡es entrenamiento para ser líderes del mañana! Estamos tan preocupados por si la IA ‘quita trabajos’, que olvidamos que lo que realmente necesitan nuestras criaturas es aprender a ser… ¡humanas, con mayúsculas!
¿Qué revela la curiosidad infantil sobre robots en el trabajo?

¿Queréis saber qué me dio la clave mi hija? Fue en una merienda cualquiera, cuando me preguntó: ‘Papá, ¿las máquinas sienten cuando llueve?’. Y ahí, bajo el porche mientras el mundo se enfriaba, nació nuestra conversación más sabia. Le expliqué que las máquinas ‘saben’ del clima… pero no sienten el aroma a tierra mojada, ni el cosquilleo de correr bajo la lluvia con amigos.
¡Esa es la diferencia! Nuestros hijos no necesitan competir con algoritmos. Necesitan dominar lo que siempre los hará indispensables: crear, conectar, cuidar. Hoy, en vez de apretar agendas con clases extra, dejamos que explore el parque cercano con libertad. Que construya castillos de arena, que pregunte a los vendedores del mercado cómo se hacen las empanadas. Cada ‘no lo sé, averigüémoslo juntos’ que decimos es una semilla de resiliencia. ¡Y cuando usa apps educativas para diseñar su propio cuento digital? Apagamos la tablet y la llevamos al jardín a actuarlo con vecinos. Tecnología… con raíces humanas.
Pequeños pasos para un futuro con automatización laboral

¿Cómo aplicamos esto sin agobiarnos? ¡Con calma y mucha alegría! Lo primero: desintoxicémonos del miedo. Esa noticia sobre la IA ‘revolviendo’ el mercado laboral… no es una profecía, ¡es una invitación! Invitación a priorizar en casa lo que las máquinas nunca tendrán:
- La magia de las ‘preguntas tontas’: Cuando mi pequeña pregunta ‘¿por qué el cielo es azul?’, no le doy un video. Salimos al balcón y lo descubrimos juntos. ¡Eso es curiosidad irremplazable!
- El arte de fallar con gracia: Hoy, mientras construía un cohete con bloques, se desplomó. En vez de arreglarlo yo, le dije: ‘¡Vaya! ¿Qué haría una ingeniera como tú?’. Sus ojos brillaron: ‘¡Probamos con cinta adhesiva!’. ¡Ese es el espíritu innovador que ninguna IA copiará!
- Comunidad sobre competencia: Inscríbela en talleres donde los niños cocinen para los vecinos mayores. Aquí, donde ‘sobremesa’ es arte, enseñamos que el futuro se construye juntos… ¡no en soledad frente a una pantalla!
[1] AI begins to bite: Recruiters attribute a slump in professional services hiring to job automation, Irish Times, 2025.
Y así, con cada pregunta y descubrimiento, estamos construyendo el futuro de nuestros hijos: humano y lleno de esperanza.
