
Sam Altman lanzó una frase que resuena como campana en mitad de un parque tranquilo: hoy, el movimiento táctico para los estudiantes no es aprender a programar como antes, sino volverse realmente buenos en el uso de herramientas de AI. Y lo dice justo tras el lanzamiento de GPT-5, que se presenta como un experto capaz de crear software, redactar investigaciones complejas o hasta planear eventos completos de principio a fin. ¡Eso suena a ciencia ficción convertida en costumbre cotidiana! Pero mientras su mensaje parece dirigido a los universitarios y jóvenes profesionales, yo no puedo evitar pensar: ¿qué semillas está sembrando en el terreno donde nuestros hijos, pequeños aún, juegan, sueñan y empiezan a aprender?
Como padre, me pregunto: ¿cómo convertirlo en juego diario para nuestros pequeños?
¿Cómo ve Sam Altman las herramientas AI como nuevo idioma universal?
 
Sam Altman subraya que el reto está en volverse fluido con los asistentes digitales, casi como quien aprende a leer o a montar en bicicleta. Y vaya que tiene sentido: según él, en algunas empresas la AI ya automatiza más del 50% del código, con predicciones de que pronto esa cifra alcance hasta el 90% Fuente. ¡Una auténtica avalancha! La comparación que hace es clara: en su época lo «táctico» era dominar la programación; ahora, lo táctico es entender y aprovechar la AI en la educación.
Imaginemos que estos sistemas se convierten en un idioma más: quien no lo habla, se queda fuera de conversaciones decisivas. La diferencia entre ser «AI-nativo» y no serlo marcará puertas abiertas o cerradas, y eso nos obliga a mirar con atención cómo preparamos a nuestros hijos. ¿Será suficiente con que memoricen datos, o deberíamos más bien cultivar la habilidad de aprender, adaptarse y curiosear con estos sistemas como si fueran brújulas mágicas? Eso propone Altman: que el verdadero superpoder no sea acumular contenidos, sino mantener vivo el músculo del aprendizaje con herramientas de AI.
¿Cómo cultivar la curiosidad en niños frente a la AI?
 
Ahora bien, uno podría pensar: «¡mi hija apenas empieza la primaria, qué va a saber de eso!». Pero si lo miramos con calma, el mensaje no es solo para universitarios: es para todos. Altman habla del «meta-poder» de aprender: la capacidad de absorber lo nuevo sin miedo, de acostumbrarse a que la vida cambia a gran velocidad. Y eso, en la niñez, florece de forma natural si se riega con juego, exploración y preguntas sorprendentes.
Por ejemplo, la otra vez mi hija convirtió una caja común en una nave espacial usando solo cinta adhesiva y su imaginación. ¿Cómo reaccionará cuando descubra que con la AI puede transformar esa misma idea en realidad digital? Esa conexión creativa entre lo tangible y lo digital es precisamente lo que fortalece la mente flexible.
¿Y si cada vez que nuestro hijo pide ayuda llamamos a una IA para resolverle el problema, le estamos quitando la oportunidad de desarrollar esa resilencia tan importante?
¿Qué prácticas caseras ayudan a entrenar la mente flexible con AI?
 
Entonces, ¿qué podemos hacer los padres hoy? Pero antes de hablar del mañana, ¿qué podemos empezar hoy? No se trata de poner a nuestros hijos frente a una pantalla y decirles «aprende AI», sino de acompañarlos a cultivar la mente flexible y curiosa.
Algunas ideas sencillas para la educación con AI:
- Mini proyectos creativos: recuerdo cuando mi pequeña de 7 años creó un dragón que hablaba con ayuda de la AI. Primero dibujó su visión en papel, luego juntos usamos un asistente para animarlo con voz. La mezcla de dibujo a mano y tecnología digital despertó en ella una alegría contagiosa al ver que su imaginación podía cobrar vida.
- Aprender jugando con instrucciones: cuando investigamos juntos cómo armar un experimento casero seguro, como un volcán con bicarbonato, y luego lo ponemos en práctica. Ahí, la tecnología se mezcla con las manos sucias de vinagre y la emoción de ver la espuma subir.
- Preguntar y cuestionar: cuando mi hija consulta algo, primero intentamos inventar hipótesis juntos antes de usar la AI para confirmar o contradecir. así refuerzo que la herramienta no reemplaza la cabeza curiosa, sino que la acompaña.
- Crear comparaciones divertidas: pensar juntos cómo explicaría la AI la receta de unas galletas de la abuela. Contrastarla con la tradición familiar real nos recuerda que lo humano—el toque secreto, las risas, el cariño—sigue siendo insustituible.
Estos gestos cultivan confianza y pensamiento crítico para usar las herramientas de AI. Tal vez lo más grande que heredamos a los pequeños no sea una técnica puntual sino la pasión por descubrir. ¿No es eso lo que queremos? Que lleven consigo no respuestas, sino ganas de seguir preguntando. ¡Y eso es un regalo que les sirve toda la vida!
¿Qué futuro laboral predice Altman con las herramientas de AI?
 
Altman prefiere hablar de fluidez en AI antes que de títulos específicos, porque sabe que el mercado laboral está girando velozmente. Como dice, hoy los ingenieros siguen siendo necesarios, pero seguramente cada uno hará mucho más trabajo asistido por AI, y en algún momento serán menos los que se requieran Fuente. Suena duro, pero al mismo tiempo abre un panorama nuevo: los niños de hoy quizás no necesiten programar cada línea, pero sí dirigir, imaginar y combinar herramientas inteligentes.
Piénsenlo un segundo: ¿y si en lugar de pasar horas picando código, nuestros hijos estuvieran diseñando ideas frescas, creando soluciones comunitarias, o inventando juegos que unan familias enteras? Eso significa que el valor añadido será profundamente humano: creatividad, ética, empatía, trabajo en equipo. Y si desde casa reforzamos esos puntos, les damos bases sólidas para no perderse en un mar de datos.
Así, más que enseñar miedo al reemplazo, enseñamos esperanza: que ellos sigan siendo la chispa de originalidad en un mundo repleto de máquinas poderosas.
¿Cómo cerrar este viaje con esperanza práctica?
 
La invitación de Altman no es a temer, sino a preparar. GPT-5 puede parecer gigante, pero sigue siendo instrumento en manos humanas. Y ese es el detalle vital: en medio de todas las pantallas, lo que sigue brillando es la capacidad de nuestros hijos para reír, equivocarse, aprender y volver a intentar.
Tal vez un domingo cualquiera, entre dibujos, meriendas y alguna pregunta inesperada, ya estemos ayudándolos a llevar en la mochila ese talento de adaptarse y florecer. La AI será compañera de viaje, pero el timón seguirá en manos de la curiosidad, de la confianza y—sí—del cariño. Ese es nuestro papel, y vale oro.
cita inspirada de Sam Altman en Students need to get good at using new AI tools, Economic Times, 2025-08-15
Cuando tú hijo te mire con esos ojos de asombro ante algo nuevo, recuerda: esa chispa es el verdadero superpoder que ninguna IA copiará.
Así que padres, abuelos, maestros y toda la familia, ¡no olvidemos! La mejor brújula no será la aplicación más reciente, sino la mirada chispeante de nuestros hijos cuando descubren algo nuevo. Y si caminamos a su lado, la inteligencia artificial no será sombra ni amenaza, sino un viento en las velas que los impulse a llegar más lejos.
